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El mito del infiltrado en el movimiento indígena en Chile.

En primer lugar, cabe señalar que la opción de este presente tema no es una casualidad. Como investigador extranjero interesado en la problemática Mapuche, el autor de este editorial en varias ocasiones fue objeto de chistes relacionados al tema durante sus pasos en comunidades. Las portadas de varios diarios y las recientes intervenciones de parlamentarios de derecha y dirigentes de agrupaciones empresariales sobre la presunta presencia de "infiltrados" en los conflictos actuales entran en el marco de una actitud tradicional de la clase política chilena. Según la perspectiva paternalista y assimilacionalista de ésta, el Mapuche recuperando su tierra estaría manipulado por grupos ajenos con intereses anti-chilenos; desarrollando un ambiente conflictivo dentro de la población del sur del país. La reciente encuesta publicada por el diario La Tercera (5 de febrero 2001) tiende a pensar que el mito del infiltrado se ha transformado en una realidad según 64% de los chilenos. Uno de los grandes desafíos del movimiento Mapuche actual reside ciertamente en su capacidad a invertir la imagen asociada al mito del infiltrado, e imponerse como un actor indígena autónomo al nivel nacional y internacional.

El poder del mito es justamente su capacidad a hacer creer real hechos ficticios. En este caso esta alimentado por el Estado y los grandes grupos económicos controlando los medios de comunicaciones quienes tienen claramente intereses en desprestigiar las reivindicaciones de las comunidades Mapuche. No se puede negar que tales rumores han mantenido últimamente un tenso estado de temores y inseguridad en el sur del país, lo que facilitó y motivó las represiones policiales y la aplicación de la ley de seguridad Interior del Estado. En tal contexto y 108 años después la dicha "Pacificación de la Araucanía", se puede entender el escepticismo de las comunidades Mapuche ante las propuestas de resolución "pacifica" del conflicto de parte del Estado.

El motivo de este presente no es demostrar el carácter verdadero o falso de la existencia de infiltrados en el movimiento Mapuche, pero desenmascarar los propósitos de tales discursos generados por el Estado y sus agentes, y abrir otra mirada acerca de la actualidad desde la perspectiva y la lógica indígena (al menos intentaremos).

Orelie Antoine de Tounens: primer infiltrado en el territorio Mapuche ?

La lectura de documentos (diarios, crónicas…) del comienzo del siglo pasado (XX°) puede aveces parecer como muy parecida a la actualidad: clima de inseguridad, dueños de sociedades colonizadoras (a capital extranjero) quejándose de la arrogancia y la actitud beligerante de la población Mapuche vecina, la subsistencia de "practicas ancestrales" (sic.) tales los malones… Durante la época "post-pacificación" (otra vez recordamos que la dicha "pacificación" consistió en una guerra de exterminio), las relaciones mantenidas entre caciques y grandes bandidos y cuatreros de la zona (compuestos por españoles e hijos de españoles derrotados, delincuentes y asesinos que cumplían su pena en las cárceles cuando fueron enrolados voluntariamente por el Ejercito chileno encargado de la "pacificación"…) no habían mejorado la imagen del poder centralizador chileno hacia el pueblo Mapuche, y fueron sin duda unas de las razones que motivó la represión y la ocupación militar de la zona. La existencia de unos pocos religiosos y profesores promoviendo la cultura Araucana (tal Guevara, Moesbach…) era considerada absurda, y como un peligro por el desarrollo de la región: "si ese tipo de rector no le encierran en algún manicomio es bien capaz, en cualquier momento de "mapuchada" de salir a la calle con todos sus alumnos y proclamar el araucano como idioma obligatorio para todos los que aquí vendrán o están por venir", escribía Trizano jefe de los gendarmes de la Frontera, en 1903, presuntamente a propósito del antropólogo y profesor indigenista Tomas Guevara.

Hoy día, no cabe duda que la imagen de la región de la Frontera como "un farwest" sigue en los imaginarios y sobre todo en el discurso de políticos quienes tienen claramente intereses a mantenerlo, para justificar la importante presencia de fuerzas del orden y la aplicación de legislaciones especiales. En esos tiempos, todavía no se hablaba de "infiltrados", pero ya la idea de la presencia de delincuentes y personajes con interés antipatrióticos dentro de las reducciones estaba sembrada. Con las aplicaciones de leyes de colonización y el sometimiento simbólico y físico de las poblaciones Mapuche de la región bajo el poder estatal chileno, la amenaza cambio de fisionomía, y son los actores políticos generados por el estado que van a estar acusados de aprovecharse de los "pobres e inocentes indigenas".

En enero de 1933 después de la efímera República Socialista, un articulo del Diario Austral anuncia la ocupación de terreno de la Sociedad Toltén por parte de indigenas en estos términos: "A fines de agosto del año pasado después de un meeting, donde Hipolito Mendez les habló (a los indigenas), dándoles a conocer el sistema socialista y les pidió que se apropiaron de los terrenos de la Sociedad Toltén. (…) Gran parte de los invasores son propietarios en terrenos de alrededores y son individuos que tienen medios de fortuna, y que solo desean aumentar sus propiedades y que probablemente han obrado por los consejos que le han dado personas interesadas en explotar esta situación de agitación." Desde este momento todas las acciones indigenas de reivindicación territorial serán interpretadas por el Estado como una obscura manipulación de parte de actores políticos externos al pueblo Mapuche.

Este sentimiento, se va a amplificar con las tomas perpetradas por comunidades Mapuche y apoyado por miembros el MIR durante los años 1970. No se puede negar en esos tiempos la presencia de actores políticos cuya ideología era distinta de la perspectiva de los comuneros Mapuche. Pero no significa que los primeros manipularon a los segundos. Distintos tipos de lógicas se identificaban a un proyecto común. Los miristas consideraban la toma del fundo como una victoria de la clase oprimida sobre la burguesía y la colectivización de los medios de producciones, los obreros agrícolas participando a las tomas reivindicaban su derecho a aprovechar de una tierra que trabajaban, mientras que los Mapuche, exhibiendo sus Titulos de Merced, reafirmaban la legitimidad de la acción. El objetivo de estos últimos seguía el mismo: la recuperación de la tierra de sus abuelos.

Lamentablemente, la clase política y una parte de la sociedad chilena nunca entendieron tales demandas, considerando las tomas como resultado de la intervención y la manipulación de grupos subversivos ajenos a las reducciones. Lo que hubo como resultado una fuerte represión del ejercito en contra de los comuneros antes y después del golpe del Estado. La situación actual no es tan diferente, visto la persistencia de tales prejuicios y la represión que esta practicando el Estado. El mito del infiltrado a tomado otra figura con el fenómeno de globalización, ya que culpan a los extranjeros que estarían promoviendo una cierta forma de separatismo Mapuche (ver sobre este tema el informe N°517, del Instituto Libertad y desarrollo, uno de los servicios de propaganda del Estado chileno encargado de bajar el perfil al movimiento Mapuche).

Nos podemos acordar que unas de las primeras acusaciones en contra de los Mapuche de conspiración antipatriótica y alianza con intereses extranjeros ocurrieron durante la "pasada" de Orelie Antoine de Tounens en tierra Mapuche en los años 1860. La historia oficial dice que "el iluminado francés fue proclamado rey durante un parlamento araucano" considerándolo como un personaje excéntrico y manipulador, y minimizando las razones por cuales los caciques Mapuche, tal Kilapan, hicieron alianzas con él.

Por lo tanto, se ha demostrado que la guerra ha tenido un lugar muy importante y complejo en las sociedades indigenas, tal la Mapuche. Al contrario de la sociedad occidental, el afán civilizador y la conquista territorial no eran las principales motivaciones para practicarlas. Tanto al nivel simbólico que practico, se puede considerar la guerra como un medio de captación del Otro: adaptación de elementos materiales y ideológicos, alianzas con otros grupos con fines económicas, políticas, o matrimoniales… Así la ingeniosidad militar de los Mapuche no fue tanto su capacidad de adaptar elementos ajenos, que su estructura político-social permitiendo concretar alianzas con otros grupos, incluso el Orelie Antoine de Tounens. Las fines de los caciques indigenas seguían los mismos, la autodefensa y el mantenimiento de un territorio autónomo; la alianza con el rey de Patagonia constituía un medio para lograrlas. Para los caciques Mapuche, el rey representaba el poder, la riqueza, lo que siempre fue valorado en su cultura, pero en ningún caso significaba una relación de dominación bajo cual tenían que ser sometidos. Consideraban el rey de Araucanía, tal él de España, como el representante de una nación, un importante aliado que reconocía la existencia de un territorio y una soberanía Mapuche. La "aventura" del Orelie Antoine de Tounens en su reino se terminó apresuradamente (1862), declarado persona no-grata le expulsaron del país. Trató tres veces en regresar en territorio Mapuche para seguir construyendo su reino, pero en vano. Se cuenta que había perdido con su riqueza económica su poder. Por otra parte no había cumplido con sus promesas de tener un reconocimiento y sobre todo un apoyo internacional, lo que constituía una de las principales razones de las alianzas pasadas con los caciques Mapuche. Orelie Antoine de Tounens se convierto en la memoria Mapuche en un willawinka, un pobre winka, calificativo que apareció en la misma época y que testimoniaba de la consideración de los caciques hacia el rey destituido.

Los propósitos ocultos del mito del infiltrado o la negación de la existencia del Mapuche.

Finalmente mirando hacia la historia de las ambiguas relaciones entre pueblo chileno y Mapuche, no cabe duda que existen actitudes constantes manifestándose en la negación del Mapuche como actor social autónomo dentro de la sociedad chilena y el prejuicio de su supuesta manipulación por parte de otros sectores (chileno y extranjero). Nunca se aceptó que los Mapuche eran capaces, como cualquiera nación, de establecer relaciones económicas y diplomáticas con otros países o con organismos internacionales. Nunca se aceptó un Mapuche haciendo política para defender los derechos de su pueblo. Nunca se aceptó que un Mapuche usando jeans y viviendo en la mapurbe santiaguina pueda reclamar sus derechos ancestrales… Nunca se aceptó la cultura Mapuche en su dinamismo, su capacidad a integrar elementos ajenos en su propia cosmovisión y transformarlo en instrumento de lucha. En el imaginario nacional chileno, el Mapuche esta relegado a un pasado mítico y su existencia en el presente esta subordinada a consideraciones negativas ("el Mapuche flojo y borracho") y folklóricas ("un mapuchito bailando, que entretenido!" dicen los turistas chilenos de pasadita en el sur).

Parece que la sociedad Mapuche ha evolucionado mas rápidamente que la chilena y, en el contexto actual, es preocupante ver que una gran parte de esta ultima sigue negando la existencia de los Mapuche y de sus derechos. Este desconocimiento se expresa en creencias tal la del mito del infiltrado. Intereses ajenos y muy potentes estarían promoviendo un separatismo étnico cuyas consecuencias podrían transformar Chile en una nueva guerra de Yugoslavia. Nada mejor que una amenaza virtual (con internet es fácil) para vivificar la unidad de una Nación, y hacer surgir de nuevo un discurso xenófobo herencia, creo yo, de la dictadura. Las acusaciones de un diputado de derecha, Alberto Espina, a propósito de la supuesta presencia de infiltrados peruanos en las comunidades son muy relevantes. No tienen ninguno carácter real pero al menos tuvieron un impacto en la mentalidad de la opinión publica, pues corresponden a una creencia que todos los problemas económicos son debidos a la presencia de emigrantes tales los peruanos…

La repuesta del Diputado de la D.C., Francisco Huenchumilla, es también relevante de este clima de xenofobia, ya que considera que Alberto Espina "vino como los gringos que se bajan del avión y escriben un libro sobre la historia de Chile". Este tipo de discurso simplista sobre los investigadores extranjeros puede estar compartido tanto por personas chilenas que Mapuche, y al menos se acuerda irónicamente con la opinión del Premio Nacional de Historia, Sergio Villalobos, quien en sus crónicas dominicales publicadas en El Mercurio, denuncia "los políticos en busca de notoriedad, indigenistas, antropólogos que en los últimos años han abordado los problemas de la Araucanía con desconocimiento en la materia". Dando vuelta al tema principal de este editorial, recordamos que Sergio Villalobos en reiteradas intervenciones ha acusado organizaciones ambientalistas internacionales de promover un conflicto en el Alto Bio Bio (construcción de la represa Ralco); conflicto que no tendría que existir según él, visto que hoy día no existen los Pehuenche y, aun menos sus derechos como pueblo.

Tales consideraciones entran en el marco de falsas y dañosas representaciones en contra de los actores indigenas - en primer lugar las comunidades - que hoy día están reivindicando "tierra, justicia y autonomía". Se ha tratado de presentar el movimiento Mapuche como un grupito fundamentalista poco representativo y financiado por intereses ajenos. Si es cierto que existe un cierto mapuchismo, sobre todo en las organizaciones urbanas, tal tendencia no es representativa del movimiento Mapuche actual que asombrosamente ha demostrado su capacidad a integrar problemáticas y reivindicaciones cercanas de las planteadas por la sociedad civil chilena e internacional. La lucha por la justicia social, la democracia y contra el olvido, hoy día en Chile, está sin duda llevada en gran parte por las comunidades Mapuche. No se trata de un movimiento identitario recogido en sí mismo, pues logró tener la simpatía de otros sectores de la sociedad chilena mientras que guarda una especificidad indígena. En ese sentido, la reivindicación de autonomía no corresponde en un peligroso nacionalismo, pero en una voluntad de desarrollar nuevas relaciones con la sociedad no-Mapuche en cuales se puedan aceptar el apoyo de otros sectores sin que las autoridades y dirigentes Mapuche renuncian por ello a la conducción política del proceso reivindicativo. A riesgo de contradecir opiniones tal él de Villalobos, estamos frente a un pueblo vivo que logró conservar su identidad indígena y la afirma, a través de la integración de elementos ajenos. Varios "especialistas" han tratado de interpretar estos fenómenos en término de pérdida de identidad étnica, sin considerar la capacidad de una cultura de reconstruirse y seguir siendo fundamentalmente la misma, es decir indígena. Los acontecimientos de los últimos años les obligan a considerar de nuevo sus análisis sobre la sociedad Mapuche contemporánea.

El fenómeno de la globalización constituye un caso similar, ya que muchos pensaron que iba a significar la homogeneización del mundo bajo la dictadura de la civilización occidental, y el fin de las "culturas minoritarias", tal la de los Mapuche. Afortunadamente, las previsiones de los opositores a la mondialización se revelaron falsas, y aparatos tal Internet han permitido a varios pueblos indigenas hacer conocer su cultura y sus problemas al mundo entero en el fin de preservar y reafirmar su identidad indígena. La venida de extranjeros en el territorio Mapuche es probablemente una de las consecuencias de la popularidad de los Mapuche al nivel internacional. La presencia temporaria o durable de varios Mapuche afuera de su territorio originario es también otro efecto de la mondialización, y no cabe duda que tal fenómeno de circulaciones e intercambios humanos y culturales tienen impactos sobre ambas sociedades (indígena y no-indígena). Produce nuevas herramientas de resistencia, nuevas perspectivas y nuevas posibilidades de alianzas para un pueblo a la búsqueda de un reconocimiento nacional e internacional, está siendo considerada como la única alternativa a la desaparición de su cultura y su diversidad. El camino esta largo, pero hay que subrayar que sus consecuencias podrían beneficiar tanto al pueblo Mapuche como a todos los pueblos indigenas, así que al pueblo chileno y también podrían rehabilitar la imagen de un mundo occidental quien fue solamente mostrado como el fundador del etnocidio.

F. L. B
"investigador frances en Ciencias sociales egresado en Antropologia".

Fuente : Le Bonniec, Fabien, 2001, « El mito del infiltrado en el movimiento indígena en Chile », www.mapuexpress.net

PLANTEAMIENTOS DE AUTONOMÍA ENTRE LOS MAPUCHE DEL NGULUMAPU (CHILE).

Pablo Mariman Quemenado[1]

INTRODUCCIÓN

Situación de cerco político. Actualmente en Chile la discusión pública de la situación indígena está hace un tiempo dando vueltas como un remolino. Por lo visto los continuos gobiernos concertacionistas (cuatro sucesivos desde 1990), han llegado a un tope de su oferta política y de la comprensión del fenómeno interétnico en que se ven envueltos por las continuas presiones del movimiento mapuche. Estas ofertas las podríamos resumir de la siguiente manera: en lo económico asistencialismo bajo la figura "desarrollo con identidad" el cual se ha ejecutado a través de un préstamo al BID que ha devenido en proyectos focalizados en materias de educación, salud, organización y desarrollo productivo; en lo social programas de becas de estudio; en lo político lograr el reconocimiento constitucional y la ratificación del convenio 169, proyectos que no cuentan con la mayoría en ninguna de las dos cámaras.

Las ideas que porta el movimiento y que lo hace entrar en sintonía con el escenario continental, como son sus aspiraciones a la autonomía, no cuentan en el terreno público con ningún asidero, es más se las estigmatiza por un grueso de la clase política, como influencias de tipo separatista asociada a grupúsculos al interior de la sociedad Mapuche. Visto así la situación y ya que no existen otros medios de participación y definición de la política pública, por la cual se expresen otros sectores sociales o la misma sociedad civil, el panorama se asemeja mucho a un cerco político que impide que las relaciones fluyan en una relación dialéctica superando los esquemas de subordinación-dominación por las de cooperación y respeto.

Situación Neoliberal. En lo anterior a ayudado mucho el consenso existente entre la clase política en cuanto a impulsar el modelo económico neoliberal. Como se sabrá esto lo impuso la dictadura militar, sin embargo los gobiernos llamados democráticos lo han continuado sin ninguna alteración. Este modelo ha friccionado con la sociedad Mapuche, por cuanto produjo un cambio en el régimen jurídico sobre la tierra a favor de los grandes compradores e inversionistas, al respecto, el 50% de las comunidades que quedaban sin dividir fueron liquidadas a la fuerza y sus tierras puestas al mercado. Esto favoreció el apetito de empresas y particulares, entre las que se connotan las de tipo forestal (Toledo, 2006).

Las forestales son el resultado de una política de planificación territorial en el cual se le asigna un rol a cada espacio del país relacionado al mercado externo, para el caso las regiones históricas del pueblos Mapuche (VIII a X regiones) están bajo esta calificación. Entonces tenemos, división de la comunidad y presión sobre la propiedad del suelo que antepone a los Mapuche frente al gran capital. Los gobiernos actuales no han dado ninguna señal de cambiar el rumbo y hoy se sabe que aumentarán las plantaciones en los próximos veinte años, aunque el TLC firmado con China lo cuadriplicaría. Una bomba de tiempo para quienes deben convivir con esta realidad que termina agotando los recursos de agua determinando así los rubros agrícolas y ganaderos del cual participan las comunidades. Las disputas por la propiedad de la tierra que se llevan en contra de las empresas forestales han llevado a la detención de muchos dirigentes, legándoseles a aplicar por parte de los tribunales y con el respaldo de los demás del Estado condenas de tipo antiterroristas, a través de leyes que heredadas de la dictadura, han sido perfeccionadas en contra del movimiento Mapuche.

¿Señales de voluntad política? Actualmente el nuevo ejecutivo ha planteado refundar el acuerdo con los pueblos indígenas, impulsando para ello lo que denominan un "consulta"; sin embargo en lo que va corrido del año las críticas ya se hacen escuchar entre los Mapuche al limitarse los tiempos para una discusión profunda y representativa sobre el tema y poner unilateralmente parámetros de discusión. Las discusiones tienen que establecer una crítica a la política pública existente (no proponer otra) y reflexionar políticamente considerando los tópicos aún no resueltos por el Estado, como son el reconocimiento constitucional y la ratificación del convenio nº169.

Los resultados de lo anterior están por verse, quizás no resulte nada nuevo en el proceso, sino es que el movimiento asuma proponer otros esquemas de negociación. Eso si se maneja en las esferas más íntimas a la discusión, parte de lo que sería una propuesta de abordar la participación política de los pueblos indígenas, esta denominada como "cuoteo" implicaría conformar una representación política en base a un porcentaje de diputados en el parlamento proporcional al peso demográfico que representan en el conjunto de la nación. Esta idea discutida en el Congreso a finales del noventa (o sea, ni siquiera es nueva), se acompañaba de instaurar un parlamento indígena no territorial sino complementario al nacional, cuestión esta última que se desechó de plano, quedando la otra (las cuotas) guardada -por lo visto hasta ahora- en los boletines y archivos parlamentarios.

Quiero aclarar de inmediato que descarto absolutamente la autonomía o el parlamento propio que han insinuado algunos dirigentes, porque me parece que afectaría seriamente la unidad el país, generaría áreas de ambigüedad y sería fuente de graves conflictos futuros. Por lo tanto a mi juicio, debemos explorar otras opciones. ¿Cuales?(...) me parece interesante explorar la posibilidad d e aplicar en Chile una fórmula similar a la utilizada por Nueva Zelanda -país occidental, blanco, desarrollado, progresista, etc- con los maoríes que no constituyen un porcentaje de población superior al que los Mapuche constituyen en Chile. Se trata de que esa representación política simbólica, por un lado, y de participación real, por otro se pueda expresar en el parlamento nacional. Para ello vale la pena examinar la posibilidad de crear una representación parlamentaria Mapuche o de minoría étnicas en general, sobre la siguiente base: establecer un registro electoral especial paralelo al registro general por el cual pueda optar las personas de ascendencia Mapuche o pertenecientes a la etnia respectiva quienes elegirán un número de parlamentario proporción a la magnitud total en elación al universo general. De manera que si en tales registros se inscriben 400 mil personas de un total de ocho millones, la cifra resultante sería aproximadamente de un 5%, o sea 5 o 6 diputados Mapuche...Naturalmente, quienes opten por esta forma de representación no podrían inscribirse en los registros electorales generales, teniendo la libertad de cambiarse antes de cada elección, sin que ello obligue a presentar candidatos Mapuche, sino que cada comunidad postularía los que estime convenientes.[2]

Como vemos, ninguna de estas iniciativas dimensiona el territorio histórico Mapuche como centro del quehacer político, es decir, se plantean de manera extraterritorial, autocentradas en el congreso nacional. Así como se les exige a los representantes del congreso hacer una representación no del territorio sino de la nación (una abstracción, pero con tradición en la política chilena), lo mismo seria para los parlamentarios Mapuche, lo que hace del padrón electoral un proceso engorroso, pues su inscripción no obedece a criterios distritales. Para algunos esto es una interesante posibilidad de crear una comunidad política entre los Mapuche, para otros una manera de alejar el tema de la autonomía política-territorial y aumentar la dependencia e integración a un estado-nación en calidad de minoría y sin cambiar el carácter de su naturaleza (colonial). Provocaría un fenómeno de incorporación de una parte de la sociedad política y deliberante Mapuche, la de aquellos que funcionan de acuerdo a las normas de la institucionalidad estado nación, con lo que se potenciaran los partidos políticos estado-nacionales y -sociológica e históricamente hablando- una oligarquía que más que buscar fuerza, legitimidad y reconocimiento entre los suyos, lo haría al alero de los poderosos.

La Hipótesis del presente ensayo: considera que los Mapuche cuentan con su propia utopía política: la autonomía, la cual no aparece como excluyente ni auto centrado en si mismo, lo que la convierte en un modelo de convivencia con los propios chilenos en los espacios circunscritos a su territorio histórico. Por otro lado implica una modificación del contrato con el Estado en su dimensión jurídica, cultural, económica y obviamente política. Este necesariamente debe descentralizarse política y administrativamente, plurinacionalizarse o reconocer su diversidad y los distintos marcos jurídicos que operan en su interior. Por su parte la nación Mapuche debe reconstituirse políticamente a través de un proceso de centralización política autocentrada en un parlamento propio y otro compartido con el resto de la población del territorio, así como recuperar su patrimonio territorial con el acceso a los recursos, a su uso, negociar sus ventajas comparativas y establecer la cooperación económica a partir de los mismos.

La estructura del texto. El presente ensayo cuenta de cuatro partes: la primera de ellas abordara un breve contexto histórico en el cual se echaran las bases de un análisis centrado en la situación colonial que vive la población Mapuche. En segundo lugar se demostrará el divorcio de los paradigmas integracionistas usados por el estado con aquellos estructurados desde el movimiento Mapuche que ponen como centro la autodeterminación como derecho y la autonomía como reivindicación política. Finalmente se demostraran las propuestas que visualizan escenarios futuros relacionados con la autonomía.

Contexto Histórico

Perspectiva General: A la llegada del europeo el wall mapu o país Mapuche se extendía a ambos lados de la cordillera de los andes en el cono sur de América, creando dos macrozonas identificadas como ngulu mapu (poniente) y puel mapu (oriente). Ambos ocupaban una superficie en lo que hoy es Chile de 30 millones de hectáreas y en la Argentina cuatro veces superior. El fenómeno de la guerra de conquista afectó de manera diferenciada a las poblaciones de uno y otro lado de la cordillera. Mientras que en el virreinato de la Plata los territorios interiores no fueron conocidos sino sólo hasta el siglo XVII, constituyéndose como límites naturales los ríos cuarto y salado, en el ngulumapu, la creación de la gobernación de Chile significó una guerra (de Arauco) dilatada en el tiempo que terminó estableciendo a través de un pacto político conocido como Parlamento, una frontera en el río Biobio. La población al norte de ese río vivió las mismas condiciones coloniales de otros pueblos del continente, mientras que quienes quedaron al sur gozaron de la independencia política y territorial.

La nación Mapuche fronteriza con el tawantinsuyo y con los pueblos de la pampa y canales australes, fue un tipo de sociedad que más que crecer piramidalmente lo hizo extendidamente a través de wichanmapu que ocuparon hábitat extendidos como litorales (lafkenche), cordilleras (pewenche), llanos (lelfunche), etc. Estos regularmente realizaban futratrawün (parlamentos) cuando hubo que tomar decisiones colectivas, por ejemplo ante la guerra o en los encuentros políticos (parlamentos) con los winka (no mapuche). Si bien los liderazgos Mapuche se vieron fortalecidos y algunos se formalizaron, la sociedad no institucionalizó el poder en grupos que cumplieran esa labor desprendidos de los roles cotidianos, es decir, una burocracia que se transformara en clase política o en una oligarquía. La base de la economía fue la interrelación de muchas actividades que tuvieron en su último periodo de bonanza a la ganadería como uno de sus más preciados recursos.

Esta realidad cambió drásticamente al consolidarse las republicas independientes en la primera mitad del siglo XIX. Los grupos criollos enquistados en el poder tras modelos librecambistas en su economía, determinaron la existencia de los pueblos indígenas que vivían el status quo del periodo imperial hispano. Sus objetivos fueron liberar la tierra del dominio de estos. Para el caso de los Mapuche significó una guerra de conquista a ambos lados de la cordillera, la que consuma Chile el año 1884 y Argentina en 1885.

Condiciones Coloniales: La situación abierta en adelante es la que caracteriza a los pueblos "condenados de la tierra", es decir, no son las metrópolis de un imperio quienes provocan el acto de conquista y la dominación , sino los propios estados que tras modelos homogéneos de nación terminan imponiendo su cultura desde una posición de dominantes. En el caso de los Mapuche y Chile la relación colonial se cimienta en tres vigas maestras: la primera es el despojo patrimonial y la pauperización económica; la segunda es la imposición de la institucionalidad estado-nacional marginando y persiguiendo las propiamente mapuche; Por último, la supresión de derechos colectivos por los de tipo liberal, se alcanza la calidad de ciudadanos aunque de segunda clase, pues sobre su propiedad rige una serie de leyes de división de comunidad que buscan poner su tierra en el mercado.

Adiós al modelo estado-nación y su visión indigenista-integracionista

Proyecto histórico de admapu. Hacia la década del ochenta la organización Ad-mapu define entre sus bases programáticas la necesidad de contar con un proyecto histórico como sociedad, esto en abierta alusión a repensar críticamente el carácter del estado bajo una dictadura militar. Al respecto bajo este gobierno se impuso la división del cincuenta por ciento de las comunidades que aun quedaban indivisas. El objetivo era crear propietarios individuales que con el paso del tiempo tuvieran la libertad de vender o arrendar como cualquier ciudadano. Es decir, la idea de igualar en derechos, no más que desde una posición ultraliberal. Así como conseguían por la fuerza este propósito iban logrando los cambios estructurales en la propiedad territorial de la otrora frontera, los cuales iban acorde con las nuevas políticas neoliberales. En este contexto dictatorial, el año 1983 la organización admapu señalaba su aspiración

Por una nueva sociedad, justa y democrática, en donde nuestro pueblo participe con igualdad de derechos frente a otros sectores sociales del país; creemos que una nueva democracia sin la participación del pueblo mapuche no puede ser democracia.

Por la autonomía y autodeterminación de nuestro pueblo en cuanto que debemos ser gestores y protagonistas de nuestro propio proceso de desarrollo.

Finalmente, y junto con lo anterior, exigimos participación en la redacción de una nueva Constitución política que resguarde y garantice nuestros derechos y patrimonio cultural de acuerdo a nuestra identidad étnica[3].

Para muchos activistas del movimiento de esos años, aquí están las bases de lo que será el posterior desarrollo de la autonomía como proyecto histórico. Aunque siendo rigurosos debiéramos reconocer que se trata de la cristalización de un anhelo que contaba con más décadas de elaboración y que se fue retroalimentando de las influencias del indigenismos y especialmente de las posiciones del movimiento indígena continental, especialmente al conocerse los resultados de las negociaciones que otros pueblos hacían con los estados, como en el caso del Canadá, Panamá y posteriormente Nicaragua.

Chile atrasado en décadas de la discusión indigenista continental. El golpe de estado del año 1973 aisló al país de la discusión continental en materia de pueblos indígenas. Desde el congreso de Patzcuaro, en el año 1940 hasta la declaración de Barbados a principios de los setenta, esta discusión varió desde la integración económica-social con conservación o supresión de la cultura, hasta concebir el derecho a la autodeterminación a los pueblos indígenas, entendiendo así que estos no solo provienen de una comunidad de origen sino que cuentan además con una comunidad de destino. En países como Ecuador los gobiernos en conjunto con los movimientos indígenas implementaron políticas de educación bilingüe intercultural en la década del ochenta, lo mismo en salud. México, Colombia, Bolivia también han tratado y profundizado algunas de estas materias, sin embargo resulta paradójico que una vez vuelta la democracia al Chile su clase dirigente halla concebido el hecho cultural, como un elemento sobre el cual se pueden organizar políticas públicas pero prescindiendo del marco de derechos y de los contextos políticos que apuntan hacia la autonomía.

Interculturalidad ¿versus? Autodeterminación. El paradigma de la interculturalidad que usa el actual organismo indigenista de Chile (CONADI) y el Mideplan, se centra en los procesos culturales e identitarios que son propios de cada pueblo, sin embargo estos no asumen causalidades en el comportamiento de las relaciones y a veces sólo se quedan con el fenómeno de la diferencias sin situarlos en una dinámica histórica y menos en una relación de poder donde se distinguen dominadores y subordinados generando condiciones de desigualdad. Esto evidentemente trae aparejado algunos fenómenos prácticos. Se puede plantear ínter culturizar la educación o la salud, pero el poder es una cuestión que queda de lado.

El movimiento Mapuche asumió el concepto interculturalidad antes de ser formulado como parte de la política pública, aunque con reparos a quienes buscan frankensteinizar las culturas[4]. Esta actitud de resguardo fue pitonisa al comprobarse como la institucionalidad de gobierno -quizás con la mejor de las intenciones, pero equivocadamente- hacen mezclas arbitrarias o bien utiliza manifestaciones culturales Mapuche en contextos políticos e institucionales contrarios y hasta antagónicos con los intereses indígenas. El paradigma que ha puesto el movimiento frente al accionar gubernamental es aquel de la autodeterminación, el cual se centra en el derecho que tienen los pueblo a decidir por si mismos. Evidentemente en la situación política actual, en la cual se ve un cerco político a las fórmulas propias de una autonomía, ambos paradigmas, el del indigenismo criollo y el del movimiento, más que complementarse entra en una oposición por la manera en que son concebidas y puestas en juego

La liberación Nacional Mapuche. Algunas organizaciones Mapuche desde hace ya un tiempo han puesto en la discusión del movimiento el propósito político de sus movilizaciones para lograr un acto de liberación nacional, entendida esta no como un proceso de articulación de una fuerza que busca la independencia y la creación de un estado propio, sino el ejercicio pleno de los derechos colectivos que consagra la autodeterminación, en el contexto país a través de la autonomía política, en la cual se subraya la capacidad de autogobernarse en sus territorios y contar con un modelo económico opuesto al de tipo capitalista. Quienes expuso públicamente este concepto fue una de las organizaciones más duramente reprimida por el gobierno de Frei y de Lagos, la Coordinadora Arauco Malleco. En la columna "la presión del empresariado" de Weftun, publicación oficial de la Coordinadora Arauco Malleco, se lee:

Hoy día nuestro Pueblo, las comunidades mapuche en conflicto y todos aquellos mapuche que han asumido el planteamiento de la Coordinadora, hemos definido desarrollar una lucha sostenida que no se limita a reivindicaciones específicas por retazos de tierras, bonos o proyectos culturales. La resistencia que desde las comunidades se ha dado tiene como propósito frenar las inversiones capitalistas en nuestro territorio y ampliar nuestro espacio de control territorial, de no ser así nuestro Pueblo está expuesto a su desaparición. Nuestra estrategia es entonces combatir día en día y en el terreno a quienes pretenden aniquilarnos paulatinamente, dejando de manifiesto que hemos iniciado un legítimo y sostenido proceso por la Liberación Nacional Mapuche.[5]

 

Parlamento propio y parlamento interétnico para el Ngulumapu.

Diagnóstico y escenarios de la autonomía. El campo "ideológico" que nutre los planteamientos de autonomía del movimiento Mapuche pone su centro en escapar de los paradigmas desarrollistas que han vuelto el tema indígena como un problema de pobreza y no de empobrecimiento o como un problema de marginalidad social y política y no de imposición-reproducción de la institucionalidad estado-nacional y su estado de derecho. Una frase clave que sintetiza este anhelo ha sido la emitida por una lamgen (hermana) del puelmapu que dice: "no nos den una mano sino quitennoslas de encima". En este camino, entre otros, han sido las denominadas Identidades Territoriales quienes han estructurado públicamente estas críticas, parapetándose en sus propios paradigmas culturales.

Para estas los Mapuche contamos con nuestro rakizuam (pensamiento) y una aspiración colectiva sintetizada en el Küme Fülen. Esto último es un estado de bienestar que no sólo incluye la situación individual-familiar, sino también colectiva, espiritual y ambiental. Si bien aquí aparecen diferenciados los componentes que se mencionan, el concepto Mapuche Kúme fülen aparece asociado a otro que envuelve la realidad en un todo difícil de disectar, como es el de Itrofill Mongen, que cuando se le traduce se asemeja a biodiversidad. Los proyectos de gobernabilidad, de desarrollo, de productividad que provienen del estado, más ahora en su fase neoliberal, irrumpen esta realidad y separan los elementos del conjunto. Las leyes (de aguas, riberas, mineras, recursos naturales, etc) así lo demuestra, al privarse a las comunidades Mapuche de toda "propiedad sobre el mismo" (caso parques nacionales) o bien regulando su uso (caso leyes de pesca), siempre en la senda de entregarlos a terceros como mercancía, por lo tanto privatizándolos sin medir sus impactos letales para el medio.

En este contexto de cosas, es que estas identidades territoriales sugieren enrumbar la política pública, participar de los espacios públicos que toman decisiones sobre el mismo, asumir una actitud de control sobre su "patrimonio" y ser también una alternativa para la sociedad chilena que es víctima también de su propio modelo político y económico vigente. Cuando se tiene la oportunidad de explicar esta necesidad frente a grupos Mapuche y chileno, especialmente ante la posibilidad de poder incidir en sus destinos desde una perspectiva territorial, a través de sus propios representantes en nuevos espacios públicos territorializados, la recepción es positiva, especialmente cuando ante situaciones críticas que han generado conflictos el camino de la negociación fue simplemente desechado por el de la imposición de las autoridades nacionales o centrales. Casos sobran[6]. Es aquí donde se torna interesante el campo de las propuestas, pues se nos empieza a despejar un horizonte a veces obnivulado por coyunturas negativas hacia la sociedad Mapuche. Al respecto en sus sugerencias estas identidades plantean

Queremos desarrollarnos en un contexto que estamos conscientes va más allá del espacio que ocupamos como mapuche. Sin renunciar a nuestras reivindicaciones como pueblo, reconocemos que para mejorar y proyectarnos, no basta con resolver los problemas que nos afectan de manera aislada, sino que su solución debe estar relacionada con transformaciones en la sociedad chilena en sus diferentes ámbitos.

Queremos potenciar nuestras economías, explotando la fortaleza de la diversidad productiva que manejamos, apuntando a una producción de alimentos sanos, de productos y servicios diferenciados, que sean oportunos y de calidad, reconocidos como bienes locales, campesinos y mapuche.

Creemos que debemos ser actores de la educación de nuestros niños y niñas, sólo de este modo seremos capaces de integrar y mantener los elementos de nuestra cultura que darán sostenibilidad a las acciones sociales y productivas que emprendamos[7].

Pensarse como sujetos políticos pasa por participar de los esquemas de participación existentes, pero desde su propia lógica socio-política. Es aquí donde los discursos que tienden a la autonomía comienzan a presentar detalles que en su complejidad no dejan de ser interesantes en cuanto a pensarse a si mismo y pensar a los demás. Para el caso de las identidades esto pasa por rescatar y fortalecer las formas de organización socio-política que históricamente nuestros territorios se han dado. De esta manera se resguardará el espíritu de nuestra visión de desarrollo, nuestra búsqueda de Bienestar (Küme Fülen); y se logrará capacidad de control, decisión y de negociación con las distintas Instituciones públicas y privadas que puedan influir en la vida de las comunidades[8].

Con el paso del tiempo y mientras más cerco político parece ser la alternativa que provienen desde el poder estatal, las ideas al interior del movimiento Mapuche relacionadas con construir esquemas de convivencia nuevos, han empezado a dimensionar como uno de sus pasos estratégicos el contar con espacios propios de interlocución interna. A esto una de las organizaciones -conocida como Coordinación de identidades territoriales- le ha indicado como la construcción de un parlamento Mapuche, espacio de deliberación que permita adoptar decisiones consensuadas entre las partes que participan en el. En un reciente libro salido a luz pública sus autores vinculados a la coordinación, explicitan.

Nosotros creemos más en un proceso de base social, que se funda en las identidades territoriales, o sea, a partir de la interrelación que pueden generar diversas unidades territoriales mapuche. La unificación de estas unidades las concebimos como una federación que puede organizar un Parlamento Mapuche, en donde quepan las autoridades tradicionales, para entregar elementos valóricos y espirituales, participando de manera conjunta con dirigentes políticos con experiencia en gestión y administración, y profesionales e intelectuales que manejen información y análisis. Si los Mapuche pudiéramos tener una unidad intermedia de gobierno (entre el poder central y local), los chilenos también podrían contar con instancias parecidas para definir el proyecto social al que aspiran[9].

Estas ideas han tomado cuerpo al interior de esta instancia desde que el año 2002 se descabezó a parte del movimiento a través de políticas represiva y se buscó de parte del mismo gobierno, crear espacios de "diálogo" con los que aparentemente no portaban las ideas nacionalista y las estrategias de movilización de los sectores reprimidos. Todo esto acompañado de una política asistencialista a través de un préstamo del BID. En esa oportunidad a través de un manifiesto denominado "kiñe rakizuam", se propuso como actitud crear una instancia permanente de evaluación de la política pública y de proposición de nuevo esquemas de relación tras los principios de la autodeterminación consagrada como derecho humano. Esta actitud expresada un Trawün permanente de los diversos actores Mapuche fue madurando la idea de un parlamento propio, el cual en términos de tiempo permitiría establecer un interlocutor presente, pero en términos estratégicos, posibilita en un escenario autonómico el día de mañana en ngulumapu, llegar a la meta montado en un caballo propio y no perderse en los que podría ofrecer el Estado (cuoteo, reforma del sistema electoral binominal, parlamento simbólico, etc).

Tensiones presentes en el discurso, pero complementarias. Sin embargo, para algunos autonomistas Mapuche pareciera ser el contar con un parlamento interétnico, la estructura exclusiva sobre las cuales ejercer gobernabilidad, la que a su vez se dotaría del suficiente poder coercitivo para que sus resoluciones se establezcan como mandatos para la ciudadanía del territorio y su institucionalidad pública como privada. Estas reflexiones tienen su origen en una propuesta que a principios de los noventa bosquejara el centro de estudios y documentación Mapuche "Liwen", el cual planteaba una región autónoma (la que ocupan mayoritariamente los Mapuche, es decir la IX y comunas adyacentes), un parlamento regional y un estatuto de garantía de los derechos territoriales de su población y en particular de los Mapuche. Para esta postura un parlamento interétnico buscaría concentrar en un solo espacio las representaciones de la sociedad chilena y Mapuche con el claro propósito de gobernar sobre el territorio que la mayor parte de los discursos sitúa al sur del río Biobio.

Para estos autonomistas la creación de instancias propiamente Mapuche de gobierno no ha sido parte de su deliberación. Entre quienes aparecen en la actualidad como puntas de lanza en un camino claro de incorporación a los esquemas de participación política y de reproducción electoral de la representación, es wallmapuwen una instancia organizativa declarada autonomista y nacionalista Mapuche, de reciente creación, que aspira a convertirse en un partido político mapuche. Su definición de principios tiene mucho que ver con los márgenes en que operan los partidos convencionales, entre los cuales se cuelan preceptos legados del liberalismo[10]. Para ellos:

La actual fase de este largo proceso la hemos definido como Democrática y Autonomista y en la cual lo fundamental será generar una acumulación de fuerza tal (mediante la creación de fuerza propia y generación de alianzas) que permita la conquista estratégica de un marco político autonómico para una región de Wallmapu susceptible de ser autonomizada (la actual IX Región y sus comunas adyacentes) en una primera fase. Para que esto ocurra es necesario sumar a este proceso al máximo de ciudadanos/as y organizaciones sociales y políticas de Wallmapu bajo un discurso y una práctica profundamente democrática y respetuosa, descentralizadora y territorialista. Es decir, de lo que se trata es mostrar al conjunto de los habitantes del País Mapuche las virtudes de un régimen político descentralizado y un marco político autonómico, el cual se traducirá en mayor participación de la ciudadanía regional en la resolución de sus problemas, en autoridades políticas más cercanas y elegidas democráticamente en el mismo territorio, políticas sociales más pertinentes en lo social y cultural, mayor financiamiento para desarrollo local, etc. De lo que se trata es de ser capaces de expresar, en clave nacionalista, la contradicción centro-periferia y la crisis del modelo de estado uninacional y en extremo centralizado que hoy se evidencia en Chile. Este proceso político descrito requiere que los autonomistas y nacionalistas Mapuche alcancemos paulatinamente posiciones de poder en la institucionalidad regional para promover dichas transformaciones en beneficio de Wallmapu. En este sentido, la lucha política por el poder involucra conquistar determinadas instituciones. Así lo hemos asumido al interior de nuestra organización y plenamente. Pero más allá de sostener la necesidad de la lucha por las instituciones, para luego convertirlas en trincheras de la lucha autonomista, somos conscientes que estos espacios de nada servirán sino están acompañados de la movilización social activa en defensa de los intereses nacionales de Wallmapu[11].

Este sector, actualmente en debate sobre las estrategias a seguir, ha sido claro en señalar prácticas y situaciones que entrampan al movimiento y su lucha en la modificación de los esquemas de subordinación colonial. Una de estas es la inspiración campesinista y reduccional de sus liderazgos, cuyas estrategias se han circunscritos a ciclos de movilización que políticamente han terminado negociando aspectos coyunturales de una problemática nacional y compleja. Al respecto la dimensión urbana, laboral-urbana, profesional, juvenil, etc desaparecen o se diluyen en una visión autocentrada tan sólo en la realidad de las comunidades y de una cultura "tradicional" (que sería la que portan las identidades territoriales). Quienes plantean la necesidad de un partido, no excluyendo las demás formas de organización y pensándolas como espacios autonómicos que se deben desarrollar, identifican bajo la categoría de etnogremiales a las organizaciones que han seguido esquemas "movimentistas" de acción política. Ante lo cual insisten en captar y activar para la autonomía a la diversidad que encierra la sociedad Mapuche contemporánea. Respecto de la necesidad de que la construcción de un partido no reproduzca errores, podemos leer en el periódico Mapuche az kintuwe

Una predisposición estructuralista puede expresarse en el sentido de intentar llevar a la nueva fuerza política, a decidir el tipo de estructuración que abrazará, en base a dicotomías superadas. Esto es, podría expresarse bajo la forma de una incapacidad para leer la nueva realidad social y política estatonacional. Ejemplo de ello son, de una parte, construir un partido muy centralizado, rígido y compartimentado como eco de las experiencias políticas clandestinas de quienes convergen a crearlo; y de otra parte, insistir en el sesgo campesinista de la problemática mapuche, frente a lo cual hay que plantearse lo mapuche como una realidad más compleja: urbana y rural al mismo tiempo. Y más sobre esto último, a un partido nacionalitario mapuche se impone hoy día maniobrar sobre una realidad mapuche urbana-rural -o viceversa-, para lograr adherentes en todo ese espectro, sobre todo porque la política se desarrolla y desarrollará en los centros urbanos principalmente, que es donde está el poder, como lo deja demostrado la marcha por el agua en estos días, que no hubiera tenido el mismo impacto -ni cobertura de prensa- de haberse hecho en los cerros de Lumaco (independiente de que otras actividades políticas de puedan y deban hacer allí)[12].

Como hemos visto, para otro sector de autonomistas (que provienen de los categorizados como etnogremialistas y/o movimentistas), especialmente la de aquellos que desarrollan su labor de organización desde los ámbitos de las identidades territoriales, se hace necesario un proceso de reconstrucción orgánica socio-política independiente de la institucionalidad estado-nacional. Entre los tantos caminos que se han bosquejado para salirle al paso al cerco político que hace la democracia neoliberal chilena, ha estado el de tipo electoral en su nivel municipal, para ello se ha dimensionado la creación de un partido instrumental. Sin embargo, todo hace ver que su aspiración por un parlamento Mapuche debiera -tras la misma función de gobernabilidad- complementarse en un escenario de autonomía político territorial con el parlamento interétnico.

El parlamento Mapuche -como se ha discutido en la coordinación de identidades territoriales- debiera ser la instancia por medio la cual los Mapuche concentren su dirigencia en sus estilos "tradicionales" (autoridades originarias), "funcionales" (dirigentes políticos) y en su dimensión técnica (profesionales), en el cual debieran abarcarse las realidades que plantean la situación de género y generacionales, dando cuenta de todo el espectro social que conforman los Mapuche, no siendo una condicionante el emplazamiento ya sea urbano o rural, ni exclusivo de una gerontocracia masculina. Se trata que quienes ocupen un lugar en él representen la diversidad de la nación Mapuche. Si bien los planteamientos no precisan la manera en que se genera y regenera esta dirigencia, por lo visto muchas de sus regulaciones obedecerán a mezclas entre los criterios democráticos liberales y los propiamente Mapuche.

Este parlamento debiera consensuar, entre los Mapuche, sus posiciones estratégicas y tácticas en las dimensiones políticas, económico-sociales, territoriales y culturales, no desatendiéndose de las dimensiones comerciales y jurídicas internacionales que se están volviendo peligrosamente en otro cerco político, como sucede con las autonomías de otros pueblos que se ven limitados por los ordenamientos del capital financiero y productivo internacional. Quizás como una necesaria tercera o cuarta pata de una mesa, debiera ser un catalizador que reafirmara los representantes (negociadores políticos) en un futuro parlamento interétnico. Desde ya estableciéndose como interlocutor ante las autoridades nacionales. Como ya se dijo, este parlamento Mapuche no nace en un contexto de autonomía, está planteado en un proceso de liberación nacional como un germen para alcanzar la autonomía, por lo que preexiste a ese estado de las relaciones interétnicas en autonomía y tiene la voluntad de continuar su existencia aunque fracase como modelo, o terceros la interrumpan como constructo político-jurídico...esto último es algo que no cuesta imaginar suceda, de acuerdo a la historia de Chile y a como se desenvuelve el escenario internacional.

CONCLUSIONES

1. No hay viento para las "cambuchas". La actual situación que se vive desde el punto de vista de las relaciones interétnicas en Chile, dejan a los pueblos indígenas y principalmente las aspiraciones del pueblo Mapuche bajo un fuerte cerco político. Lo preocupante de ese análisis es que no deja espacios políticos para poder encauzar por las estructuras vigentes, electorales y de presentación política, las aspiraciones de cambio estructural de la situación, que mediante un proceso de negociación en los mismos espacios de deliberación nacional, permitan ir abriendo las compuertas que permitan el día de mañana ir creando las condiciones jurídicas que den soporte a un régimen autonómico. Solo pensemos en el excluyente sistema binominal que en materia de política electoral privilegia los grandes conglomerados políticos (que en Chile son dos: la derecha y la centro izquierda) los independientes y los demás sectores sociales no representados por el sistema de partidos, simplemente no tienen otro papel que jugar que aparentar ser el pueblo-coro en la tragedia griega, es decir, ver como la cosa pública pasa por los dos únicos y exclusivos gladiadores: la concertación y la alianza por chile ¡¡qué democrático!!.

2. El nulo aporte del indigenismo en la superación de la situación colonial. En el actual indigenismo chileno, especialmente de aquel centrado en las tesis de etnodesarrollo que ven a los Mapuche como una minoría étnica y no como un pueblo colonizado, las variables interculturalidad aplicadas en la política publica, especialmente en los ámbitos de la educación y la salud, no dimensionan el fenómeno del poder, es decir, de lo que llaman la participación política en la toma de decisiones. De aquí que se opere sobre la manifestación cultural más que sobre una sociedad concreta en un estado de dominación colonial. La suma de sus fórmulas, ya sea desde lo jurídico a través de una legislación indígena que en materia de derechos solo hace mención a la tierra (desterritorializando el tema) y a los elementos de la cultura ya descritos, hacen ver un tratamiento superficial de la materia que no supera en nada las condiciones estructurales de la dominación colonial.

Lo que en estos momentos se menciona a través de lo que llaman un proceso de consulta se articula en la vieja cantinela del reconocimiento constitucional y la ratificación del convenio 169. Lo que se ha filtrado hacia el movimiento y que redunda en la idea del "Cuoteo" (cantidad de diputados de acuerdo al porcentaje de población que representan en el país) y de un parlamento indígena, desterritorializado eso sí, y por lo visto nominal, aunque elegido por un proceso de empadronamiento y de registros electorales exclusivos, es decir, que impiden participar en los procesos "nacionales", se alejan de las proyecciones políticas que sacan quienes desde el movimiento dimensionan una autonomía político-territorial.

3. Autonomía incluyente. Por lo visto, lo que reivindica el movimiento Mapuche en materia de derechos políticos está muy lejos de la caricatura que hacen aparecer quienes desde el poder o con intereses creados en los recursos del territorio, lo asemejan brutalmente a un "estado dentro de otro estado". Aún así, si ésta fuera la definición estratégica del movimiento, tendría los derechos de tercera generación (o colectivos) a su favor más cuando la ONU está en proceso de ratificarlos luego de más diez años de deliberación.

El registro público de las opiniones Mapuche al respecto hace ver que el escenario deseado se parece más al tenor que tienen las discusiones en otro organismo internacional, pero de corte regional, como es la OEA, es decir, de autodeterminación interna. Esta idea cercena la posibilidad que los pueblos indígenas el día de mañana se establezcan como estados. Obviamente la discusión del movimiento no tiene los parámetros de este organismo oficial (OEA), pero a la luz de quienes vienen articulando los pliegos, opinando y escribiendo al respecto, la autonomía tiene el carácter de ser inclusiva de la población de un territorio, para el caso lo que se identifica como ngulumapu, y que aparece mayormente concebido en una región fundamental (la IX) y en unas cuantas comunas adyacentes de las VIII y X regiones. Ahí es donde se plantea establecer mecanismos de gobierno que aseguren el día de mañana la participación de la población incluida en el territorio. Existiendo variantes, como hemos visto, por lo visto el imaginario político comparte ese principio democrático incluyente.

4. Soportes ideológicos y/o culturales de la autonomía Mapuche: Dentro del planteamiento de los autonomistas mapuche que surgen en la década de los noventa y que siguen desarrollándose en este siglo hay matices. Por una lado autonomistas que adscriben su forma de organización y proyección de su forma de vida con prácticas políticas que se centran en sus propios esquemas de organización cultural e históricos; y de otro autonomistas que adscriben abiertamente a los modelos de organización autonómica que existen en el mundo regidos por los principios republicanos como la libertad, la igualdad, y la fraternidad. Lo común en ambos es que tienen una reflexión compartida respecto al territorio, o sea, podemos decir son territorialistas, ninguno pierde la perspectiva que la construcción de un poder político se hace en lo que reivindican como país mapuche. El segundo elemento que los asemeja es que la lucha por la autonomía se enmarca dentro del contexto jurídico que son los derechos que tienen los pueblos en el mundo y, ahora último, la declaración de los derechos de los pueblos indígenas que consagra también el derecho a la autodeterminación. Por último, comparten una perspectiva política donde necesariamente se involucra al Estado, por lo tanto la idea de una autonomía adjetivada como mapuche necesariamente toca al Estado en materia jurídica y administrativa y otras que imaginamos se puedan desencadenar en la medida que este reconozca la heterogeneidad de la nación que dice representar.

 

BIBLIOGRAFÍA

Duran & Larraín, (1986) Las organizaciones campesinas. Cuadernillos de información agraria. Gia-Academia de Humanismo Cristiano. Santiago, Chile

Lafkenche, calafquenche, nangche, wenteche, huilio, makewe y pewenche (2002). Nuestra visión del desarrollo territorial. Reflexión colectiva de las identidades.

Marimán, P; Caniuqueo, S; Millalen, J; Levil, R. (2006) ¡...Escucha Winka...!. Cuatro ensayos de historia nacional Mapuche y un epilogo sobre el futuro. Ediciones Lom, Santiago, Chile

Marimán, José (2006) ¿Para qué un partido nacionalitario Mapuche?. Periódico Mapuche Azkintuwe

Toledo, Víctor (2006) Pueblo Mapuche. Derechos colectivos y territorio: Desafíos para la sustentabilidad democrática. Programa Chile sustentable. Santiago, Chile.

Weftun (2002). Órgano oficial de la Coordinadora Arauco-Malleco.



[1] Profesor de historia. Alumno del doctorado en etnohistoria de la Universidad de Chile. Miembro de la Coordinación de Identidades Territoriales y Organizaciones Mapuche.

[2] Edgardo Boeninger. "Situación de indígenas": Sesión 11ª de la Cámara de Senadores, miércoles 7 de julio 1999.

[3] Duran & Larraín, 1986:52

[4] Entre los años 1995 y 96 la CONADI (organismo indigenista de gobierno) promovió la realización de convenciones sobre educación indígena, cuyo eje central se articulaba en la perspectiva intercultural. La mayoría de los asistentes comprendía los principios nobles que la animan y las experiencias concretas que existían en otras realidades del continente, sin embargo se fue firme en explicitar, que un modelo de esas características debía partir de los principios, filosofía y cosmovisión Mapuche. Esto derivó en interrelacionar esas aspiraciones parciales con las de tipo políticas, como el derecho a la autodeterminación y la reconstitución como pueblo-nación. Así la fórmula quedaba bajo la idea de una educación Mapuche con perspectiva intercultural.

[5] Weftun año 1, nº3, mayo de 2002

[6] Centrales hidroeléctricas, celulosas, basurales, salmoneras, planes territoriales, plantaciones de exóticos (pino-eucaliptos), etc

[7] Lafkenche, calafquenche, nangche, wenteche, huilio, makewe y pewenche 2002: 5.

[8] Lafkenche.... 2002: 7

[9] Marimán, Caniuqueo, Millalen, Levil. 2006: 263

[10] Por ejemplo, de manera clara renuncian a influencias religiosas por considerar su actuar dentro de un orden laico. Esto para otros Mapuche significa renunciar a lo que conciben como una parte consustancial de su identidad, como es la propia dimensión espiritual. Sin embargo, no niegan ni prejuician esta realidad, la cual comparten y estimulan como procesos de reconstrucción nacional Mapuche.

[11] Taiñ Rüpü 5. wallmapuwen@gmail.com. Actualmente esta instancia se encuentra discutiendo su programa político, el cual pretende definir su posición en materias sociales, económicas culturales y obviamente políticas.

[12] Mariman, José. 2006

LA SOCIEDAD MAPUCHE EN EL SIGLO XX : ASPECTOS ECONOMICO-TERRITORIALES

Por Pablo Marimán y Jessica Sandoval

En teoría no existe un modelo único de ordenamiento territorial, sino que este se adecua de acuerdo a las características geográficas y socioeconómicas del respectivo territorio. La ordenación territorial es entendida en la actualidad como "el instrumento dirigido a planear y programar el uso del territorio, las actividades productivas, la ordenación de asentamientos humanos y el desarrollo de la sociedad, en congruencia con el potencial natural de la tierra y el aprovechamiento sustentable de los recursos naturales y humanos y la protección y calidad del medio ambiente"[1].

El ordenamiento territorial de Chile esta asociado a los contextos históricos y económicos que el país ha debido sortear. Así, luego de estar sumido en una etapa de colonización española se emprende un proceso de aprendizaje político que contempla diversos ensayos constitucionales siendo el ensayo de 1811 aquel que proponía la primera división territorial del país en tres departamentos: Coquimbo, Santiago y Concepción, los cuales en 1818 pasaron a llamarse provincias. Para tal tarea, se consideró el aspecto geográfico, demográfico y político por el que el estado debía consolidar aquellas provincias cercanas a la capital nacional. Sin embargo, a pesar de existir entre 1818 y 1936 mas de siete propuestas distintas, no será hasta 1936 cuando el país quede estructurado en 25 provincias las cuales constituirán la base administrativa del desarrollo nacional entre 1940 y 1970[2].

Para el caso de la Región de la Araucanía, la incorporación y colonización de tierras mapuche en el siglo XIX no obedeció a una planificación territorial sustentable, sino a una correspondencia del modelo económico de crecimiento hacia fuera basado en el desarrollo agrícola y la exportación del trigo a lo cual se suma la idea de incorporar la Frontera al estado chileno con un sentido de nación única. Transcurrido el tiempo, ya en el año 1870 se crea la Provincia de Arauco abarcando desde Biobio hasta Toltén. En esta misma lógica se planteaba la idea de poner en orden los territorios, traer a la paz a los mapuche e instalar colonias agrícolas a cargo de "chilenos civilizados" a las cuales se integrarían los "indígenas", idea que no prospero porque hasta 1880 el territorio seguía siendo mapuche[3].

No será sino hasta 1887 que las ideas de planificación nacional para la Araucanía tendrá sus frutos con la creación de las Provincias de Malleco y Cautín al respecto, de acuerdo a la creación de esta última, el decreto correspondiente señala en su articulo 7 que esta se dividirá en dos departamentos (Temuco e Imperial), los cuales contarán con los respectivos funcionarios encargados del buen funcionamiento de estas provincias, entre los que destacan un Intendente, un Juez de Letras, dos oficiales del registro civil, entre otros funcionarios públicos[4]. Para el caso de la zona lacustre Villarrica y Pucon junto con Queule y Tolten formaron la provincia de Valdivia. No será hasta la regionalización de la CONARA que estas pasarían a depender de la provincia de Cautín.

Así, una vez realizada la guerra con los mapuche, radicados estos en pequeñas extensiones de tierra y colonizado con extranjeros y nacionales las restantes, se incorpora el territorio a la división política del país por medio de la implantación de diversos organismos estatales como lo fueron la Corte de Apelaciones de Temuco y Juzgados dependientes, la Prefectura de Cautín con sus respectivas comisarías y retenes, organismos de asesoría agrícola a lo cual se suma una mayor cobertura educacional.

En relación a lo anterior, la Corte de Apelaciones tuvo su asiento en Temuco y se organizó por medio de Juzgados dependientes de Mayor cuantía, Juzgados dependientes de menor cuantía (destacando Villarrica) y Juzgados de Indios. Vinculado a lo anterior, el Estado se hizo presente en el ámbito de la fuerza pública y de orden por medio de la creación de la Prefectura de Cautín fundada el 5 de marzo de 1928, la cual se organizó en comisarías, tenencias y retenes. Para el caso del área lacustre, se estableció la 6ª comisaría de Villarrica con asiento en la ciudad de Loncoche la que a su vez contemplaba las tenencias de Pucón y Villarrica con los retenes Chanlefu, La Paz, Pinchafil, Llafenco, Curarrehue, Puesco y Huiscapi[5].

En cuanto al ámbito educacional, se amplió la cobertura escolar en la Provincia de Cautín, la cual se organizó por medio de la Inspección Provincial con sede administrativa en Temuco, dependiente de ésta entre otras se encuentra la Inspección Local de Pitrufquén y Villarrica, con sede en Pitrufquén. En el año 1947 se señala un funcionamiento de escuelas primarias de 690, las que para el caso de Villarrica correspondía a un total de 23 escuelas[6].

Una visión económica

Diversos estudios han señalado la evolución económica de la Frontera siendo indiscutible su adaptación a los modelos de desarrollo económico implementados por el estado chileno. Haciendo un poco de historia, desde su incorporación la Araucanía se caracterizó por el trigo, las maderas y ganadería como primeras actividades económicas[7]

Adquiere vital importancia en la exportación de las materias primas el ferrocarril el cual llega a Temuco en 1893 partiendo de un eje longitudinal que incluía Renaico, Los Sauces, Traiguen y Ercilla (sector caracterizado por la exportación del trigo) lo cual permitió posteriormente la conexión con Freire hacia 1898. Para el área en estudio, la interconexión por medio de ramales se dio entre 1928 y 1934, desde Loncoche al ramal alimentador de maderas que vendría desde Villarrica. La importancia del ferrocarril en la zona es que contribuyó a la incorporación a la economía nacional de unos tres millones de terrenos boscosos y semi despejados, dentro de los cuales algunos cientos de miles de notable aptitud agrícola, pecuaria o forestal[8]

No obstante las crisis económicas y la decadencia del ferrocarril, la región continúa a mediados del siglo XX con una importante producción agrícola y forestal. Así, es posible señalar que la utilización del suelo siguió una línea de continuidad respecto del siglo XIX. Al respecto, las cifras indican para la Provincia de Cautín: Terreno agrícola (67,44%), Terreno Forestal (16,20%) y Terreno Estéril (16,36%)[9].

Respecto al sector agrícola, en la región ha existido a través de los años una evolución en su superficie, así encontramos que para el año 1920 esta correspondía a 1.595.254 has (8,5% Nacional), para el año 1930 1.295.468 has (4,7% nacional) y en 1935-36 2.311.946 has (9,2% nacional). La variación porcentual de los años 30 está condicionada por la crisis económica internacional que limitó las exportaciones y obligó al país a adaptar un modelo de sustitución de importaciones o crecimiento hacia adentro[10],

Según fuentes estadísticas del censo agropecuario la comuna de Villarrica contemplaba una superficie para la producción triguera de 2.974has con una cosecha de 31.536qqmm y Pucón 1.487 has con una cosecha de 15.767qqmm para el año 1930, situación que varío hacia 1935 pues la superficie se amplio en el primer caso a 4.467 has con una producción de 40.316qqmm y para el segundo con una superficie de 2.233 has y una cosecha de 20.158 qqmm[11].

El sector ganadero tampoco ha estado ausente, así, a comienzos del siglo la mayor cantidad de cabezas de ganado se encontraba presente en la provincia de Malleco siendo la producción bovina aquella de mayor importancia con 162.736 cabezas para el año 1906 de un total de 305.470 cabezas de ganado. Sin embargo, se produce un cambio para la década del 30 en la provincia de Cautín, la cual acrecienta su cantidad en relación a la provincia de Malleco siendo su mayor producción la ganadería Bovina con 356.476 cabezas en relación al 1.182.680 cabezas de su producción total, a diferencia de la Provincia de Malleco que sólo logró para ese año una producción de 335.500 cabezas de ganado. Lo anterior, se explica en la especialización regional y sectorial y en las ventajas comparativas de la provincia de malleco en cuanto a extensión de superficie y natural progreso[12].

El área forestal también es importante en el desarrollo regional, ya que la explotación del bosque nativo se ha reemplazado por la introducción de elementos exóticos como el pino, que entre sus características se encuentra un gran desarrollo y un rápido crecimiento sin obviar sus efectos negativos en los suelos y medio ambiente. Para los años 1930 a 1935 el bosque nativo disminuyo en un 14, 3% y la tasa de deforestación fue de 14.500 has/año. Para el año 1947 la provincia de Cautín contemplaba 1.737.000 has, las que en el plano forestal se distribuía de la siguiente manera:

Bosques[13]

Artificiales en explotación

1.500 has

Artificiales en formación

19.000has

Naturales

253.000has

Total superficie de Bosques

274.000has

Superficie estéril

284.207has

Respecto a la producción maderera se estimó para ese año una producción de 9.963.077 pulgadas. Dato importante a señalar, es que según el censo de 1935 en la región existían 258 aserraderos, de los cuales 87 se encontraban en Temuco y 47 en Villarrica, los que en conjunto sumaban el 54% del total regional[14]

Las áreas anteriormente enunciadas, no tendrían su magnitud sin la planificación del estado organizando la producción agrícola a través del plan agrario en el cual se establecía los lineamientos del desarrollo agropecuario del país y de la región estableciendo un ascenso constante de la producción a ritmos modernos. Esta planificación no excluyó el tema indígena y su condición económica "deplorable" para lo cual el estado en su misión "civilizadora" debía adquirir tierras "aptas para la colonización con indígenas" a fin de permutarlas con las pequeñas hijuelas que se adjudicaría en la división de las comunidades. Además, planteaba la idea de un trabajo indígena por medio de cooperativas sustentado en la enseñanza agrícola y la entrega de becas en escuelas agrícolas e industriales. Por lo visto, la modernización económica no excluía al "indio" ya que en memorias de la Sofo se decía: "hay que aprovechar al indígena en su verdadero valor, quitándole el carácter parasitario, convirtiéndole en un factor de progreso, y haciendo que una parte importante del suelo agrícola del país se incorpore al rol que le corresponde como factor productor de alimentos"[15]

Vinculado a lo anterior, el estado organizó la producción agrícola en la zona por medio de diversos organismos como la Caja de Crédito Agrario basado en la idea del crédito hipotecario. Esta se creó en 1927 y para el caso de la región la oficina principal residía en Temuco y sus respectivas inspectorías en Victoria y Loncoche tratando de adecuarse al ciclo de producción de la agricultura en donde los interesados pudieran tener garantías sin perder sus bienes.

No hay que desconocer el papel de la Corporación de Fomento de la Producción (CORFO) en el desarrollo agrícola, por cuanto incentivó la mecanización de las faenas de producción en los campos. Para ello, brindó apoyo a los agricultores por medio del servicio de equipos agrícolas mecanizados para dar rapidez a las faenas, aumentando así la superficie cultivable cuyo trabajo sería cancelado por hectárea trabajada. Este sistema funcionó a partir de 1946 cubriendo alrededor de 80.000 hectáreas. Entre sus beneficios se cuenta además la introducción de nuevas maquinarias y la capacitación a funcionarios para la utilización de las mismas[16].

Entre los aportes de la CORFO se encuentra también el incentivo para la creación del Consorcio Nacional de Productores de la Madera, creado en 1941, que tenía como objetivos fomentar la producción, dar créditos a sus asociados y establecer métodos eficaces para la producción.

De acuerdo a lo anterior, no hay que desconocer el papel de la CORFO en la economía del país a mediados de siglo, pues incentivó el modelo de industrialización y la modernización del agro. Así, en 1950 con una clara idea de potenciar la economía del país en base a los recursos naturales locales ideó un modelo de planificación regional que contemplaba 6 áreas naturales teniendo en consideración las condiciones propias del paisaje y la distribución geográfica de la población. Para el caso en cuestión la Araucanía actual conformo la 4ª región denominada Concepción y la Frontera que incluía Concepción, Biobio, Arauco, Malleco y Cautín[17]. Aplicado este modelo, con el tiempo no prosperó por cuanto no considero un estudio exhaustivo que permitiera el reconocimiento de comunas a una u otra región natural, además lo extenso de la superficie regional no permitió una adecuada planificación acentuando la centralización y la concentración de las actividades de desarrollo y gobierno.

La sociedad mapuche en la Precordillera de Cautín y Valdivia (siglo XX)

A mediados de enero del año 1907, en el pequeño valle de Coz coz enclavado en pleno escenario cordillerano comienza a vivirse la agitación de lo que serán largas jornadas de deliberación mapuche. El lonko Curipan Treulen ha mandado a sus werken con la misión de invitar a todos los lonkos hasta donde alcancen sus caballos a 15 días de ida y vuelta. Desde 100 kilómetros a la redonda llegan las embajadas provenientes de Villarrica, Pucón Lanco, Ranco, Ruca Choroi.

El día escogido, 18 de enero, los diferentes witran mapu hacen aparición en los prados de Koz koz. Lonko, sargentos, capitanes, kona, kalfümalen y mujeres están vestidos para ocasión tan celebre, los aperos de plata de sus caballos así lo demuestran. Reina una agitación especial que se relaciona al reencontrarse luego de muchos años, al menos desde que el Estado paró las acciones emprendidas en la cordillera propias de la conquista militar, que en Chile llamaron "ocupación" y en la Argentina, "conquista del desierto".

Lo que motiva el fütra trawün (gran junta) es su reacción frente a las atrocidades que los particulares winka llevan a cabo para efectos de adquirir lo que no les pertenece: la tierra mapuche. Este proceso de usurpación adquirió ribetes de dramatismo en la zona precordillerana estampándose en las páginas de la infamia, el nombre de verdaderos ladrones y asesinos que quedaron impunes de sus crímenes y cuyos descendientes hoy, muestran orgullosos sus títulos frente a la memoria mapuche que dice que esas tierras siempre fueron de ellos.

El contexto histórico de este gran parlamento de Koz koz, a pesar que los mecanismos de decisión usados por los mapuche y los ritos que lo acompañan que sugieren su completa libertad, es el de una sociedad prisionera de un estado que busca por esos años distribuir el patrimonio arrebatado a los indígenas. Para algunos el Estado trata de hacer lo imposible por quedar bien con Dios y el Diablo, es decir, introduciendo colonos, cediendo título a particulares y salvaguardando la propiedad indígenas con ciertas prohibiciones de enajenación, sin embargo para los mapuche está claro que una gran ley del embudo pesa sobre ellos, pues si bien guardan un respeto casi religioso al gobierno, especialmente en las facultades que tiene para intervenir a favor de su situación, el resto del sistema: jueces de subdelegación, gobernadores, policía (gendarmes ), etc, se prestan a las más espantosa expoliación del patrimonio indígena.

A continuación veremos parte de este drama resumido en la zona correspondiente a la precordillera de la IX y X regiones. La intención es demostrar a través de la pérdida de la tierra, la violencia o las transformaciones propias del sistema socio cultural y político económico mapuche, como fue operando el surgimiento de una situación colonial interna. Desde esta perspectiva es que interesa ver como la confrontación étnica se da a través de sistemas que se expanden y otros que se contraen, que entran a actuar en una relación desigual que tendrá como gran partera, las condiciones de existencia material que para unos significa su pauperización (los Mapuche) y para otros su acumulación y enriquecimiento (el Estado-Nación).

Sin embargo, otro agravante poderoso que acompaña a la pauperización material, será el aspecto de la gobernabilidad. La institucionalidad mapuche se verá constreñida a sus ámbitos de emplazamiento espacial, la reducción, cediendo compulsivamente su otrora espacio territorial al control y manejo que harán otros agentes, por ejemplo a través de su ocupación para vivienda agricultura, ganadería, explotación forestal, minera o acuícola. Todas las cuales irán provocando una presión sobre las reducciones, especialmente cuando estas poseen los recursos que los otros necesitan. Los mapuche no conocerán la paz, su suelo, su espacio, su territorio, se convertirá en una zona telúrica que demostrará más esta condición cuando sus capacidades de resistencia y ofensiva les hagan posicionarse de un papel en la historia del siglo XX que los convertirá en sujetos de ofensiva, especialmente cuando el movimiento mapuche entra en sintonía con políticas de Estado, como la reforma agraria o ahora último con un fondo para la compra de tierras.

I) La comunidad socio-cultural y económica

Continuidad y discontinuidad cultural. Un primera idea que hay que expresar aquí es que el impacto de la guerra y la derrota crea condiciones nunca antes vivida por la sociedad mapuche, existe un reordenamiento territorial que culmina con la conformación de reducciones que dejaron en promedio 6,5 hectáreas por persona. Para el área de estudio, la zona precordillerana de Villarrica Pucón, Curarrehue, Panguipulli, esta es más elevada que el promedio (10 has aproximadamente), sin embargo, el proceso que interesa destacar es el mismo, es decir, el control cultural (Bonfil) sobre los procesos internos se vio alterado por el condicionamiento espacial que se empezó a vivir a través de la radicación.

Radicación Mapuche en la precordillera

Provincia

Nº de títulos de merced

Superficie hectáreas

Personas

Promedio hás/persona

Villarrica

147

24.956,28

2.184

11,43

Pucón

15

10.326

698

14,79

Curarrehue

16

6.006

492

12,21

Melipeuco

28

5.806,60

621

9,35

Cunco

28

7.531, 30

1.144

6,58

Panguipulli

202

38.926,62

 

 

El estudio en terreno desarrollado por M. Inez Hilger hacia los años 1946/47 en el área de Panguipulli y Coñaripe, demuestra que si bien muchos aspectos se relacionan a un patrón propio de convivencia mapuche otros simplemente van siendo desplazados. La institución del liderazgo mapuche (lonko) se verá discontinuada, estos no volverán a tener la preponderancia en su interlocución intra societal e intersocietal, ahora estos quedan bajo los dictámenes de las autoridades chilenas que van poco a poco afianzando su dominio, primeramente militar y luego político-jurídicamente. Son las autoridades chilenas quienes deben confirmar en su rol a los lonko de las reducciones. Estos a su vez no tienen ingerencia en materias de justicia, cuestión que los caracterizó en el tiempo, pues quienes litigan al interior de la comunidad, buscan solución con las autoridades instituidas en organismos especiales como los juzgados de indios.

el gobierno chileno ha tomado responsabilidades en cuanto a la aplicación de las leyes y los caciques ,se han desligado de tales labores. El país Araucano, así como todas las otras partes de Chile, tiene asignados policía chilena residente, los carabineros. A ellos se debe reportar todo tipo de ofensas tales como robos, destrucción de propiedades ajenas o heridas recibidas durante alguna riña, así como también violación a la ley, tales como mantener en mal estado o sin reparar los cercos, y por lo . tanto permitir .que los animales dañen los sembrados; o por no construir portones adecuados para encausar los senderos. Ellos ven las evidencias, escuchan lo sucedido y dan órdenes. Si sus esfuerzos son infructuosos, envían un informe a las autoridades de gobierno, la que muy pronto se hace presente en el lugar, luego el caso se tratará en las cortes chilenas de justicia para indios (juzgado de indios). Tales cortes fueron establecidas hace muy pocos años en los pueblos de Victoria, Temuco, Nueva Imperial Pitrufquen y Valdivia.

También comienzan a cambiar determinadas costumbres, como la de nombrar singularmente a los hijos, pues se presta para confusiones en el nuevo sistemas de herencia de los patrimonios del padre, por lo que se fija el apellido en la descendencia. El sistema de propiedad de la tierra que impone el código civil chileno, hace a las mujeres ser beneficiaria de estos derechos al interior de una comunidad, cuestión que antiguamente no se consideraba al irse esta a vivir a la localidad de su marido.

Actividades propias de la agricultura especialmente la roza y quema de rastrojos necesitaran de la autorización de la oficina forestal de Valdivia, instancia encargada de regular esta práctica por la cantidad de incendios que se desprenden de ella y que afectan a un patrimonio, el bosque, sobre el cual están -en esa época- puestos los intereses públicos (estatales) como privados. Cuestión que se vuelve una dificultad para la agricultura y para quienes tiene que desplazarse hasta la capital provincial y luego esperar que llegue el tiempo de la autorización que no necesariamente calza con las lunas (menguante y creciente) que determinan el ciclo agrícola entre los mapuche precordilleranos.

La conformación de mercados oficiales y marginales. Como vimos, los mapuche en su periodo de independencia político-territorial crearon importante flujos de comercio entre ellos y con el mundo winka fronterizo, una vez que los Estados se hacen de sus territorios, establecerán también su predominio sobre aquellos bienes de capital más cotizados y de fácil enriquecimiento. Uno de estos procesos de descapitalización fue la pérdida de la ganadería, posteriormente la tierra y asociada a ella de manera especial en los territorios cordilleranos, las masas de bosques nativos codiciados por su madera desde muy tempranamente.

La inserción de los mapuche a un mercado capitalista estado-nacional no fue posible, en la misma medida que las fuerzas rectoras de este mercado bloquearon toda posibilidad de legalizar y regular los circuitos económicos que sin pretender una acumulación de capital, crearon una red de conexión entre el campo y las emergentes ciudades de las fronteras. Muchos de los productos transados eran de primera necesidad, como los energéticos: leña y también los de tipo alimenticio: chacras, hortalizas, harina, etc.

En la misma medida que los sectores económicamente poderosos se hacen del capital principal, la tierra y logran crear y sostener ritmos sustentables de producción, se irán cerrando todos los espacios de una economía "informal" pero funcional a los sectores urbanos populares y de trabajadores.

Las comunidades hacia fines de la primera mitad de siglo comercian directamente o con intermediarios productos de manufactura como ponchos, frazadas, manteles (usados como alfombras o cubre muebles), choapinos y ganado en pie, particularmente ovejas, pero también vacunos, caballos (muy buscados por los chilenos), pollos y huevos. Se proporcionan las faltas, o artículos de consumo que no pueden producir mediante el intercambio entre ellos (trafkintu) o utilizando el dinero con los comerciantes chilenos. Entre estos artículos se encuentran cinturones, ropas, sombreros y zapatos, así como herramientas, platos, teteras; algunos alimentos de origen comercial, azúcar y ocasionalmente trigo o harina. "Incluso los pobres deben vender sus productos para comprar otros". La chicha, bebida utilizada para las fiestas es comprada a los chilenos (Hilger).

Hacia la mitad de la década del cuarenta las necesidades y carencias de la economía mapuche que se hacen sentir en los meses posteriores al invierno, cuando ya no quedan productos almacenados, se suplen de múltiples maneras como haciendo leña para venderla, vemos que incluso algunas de las actividades devienen en el servicio doméstico y otras se relacionan con mercados mundiales, de tipo exclusivos, como registra Hilger a través de los testimonios de Mapuche precordilleranos.

"Una mujer de Panguipulli dijo con determinación, "no haré mas choapinos. Ocupa mucha lana hacer uno; por lo tanto, su precio es más alto y así nadie quiere comprarlos. Un poncho se puede hacer rápidamente, y las personas no tienen problema en pagar el precio que tienen. Es por eso que yo hago ponchos" .En todas las áreas, las mujeres jóvenes ayudan con el presupuesto familiar trabajando como empleadas domésticas para los chilenos. Los hombres ocasionalmente trabajan por la temporada en otras cosechas. A veces obtienen dinero vendiendo pieles de zorrillo a los chilenos. Muchas veces el dinero proviene de la hipoteca de animales como los bueyes, otros vacunos o tierra, siendo preferentemente los vacunos. En Alepué, las tierras y los bueyes eran hipotecados a una institución conocida como Caja de Ahorro, ubicada en San José de la Mariquina y Valdivia. También dejaban en prenda artículos con particulares. Periódicamente vienen funcionarios de los bancos y marcan los cachos de los vacunos que están hipotecados. La mayoría de las veces los préstamos en dinero son solicitados de común acuerdo entre Araucanos y luego se pagará con trigo si el dinero no es devuelto. Un hombre de 39 años de edad, contaba que el hermano de su abuelo y su abuelo, habían estado cinco años en Argentina juntando dinero a través de la caza del Ñandú, para obtener sus enormes plumas que eran vendidas a muy buen precio dada la demanda que tenían en Europa".

II) La constitución de las reducciones

Violencia y despojo. Cuando aún no se borraban de la memoria las imágenes desgarradoras de la guerra y de sus sobreviviente, y cuando aún el relato de orilla de fogón no dejaba de nombrar por su nombre a los criminales y a los traidores, la ira desesperación y frustración fue dando espacio a una nueva formulación en los derrotados, la idea que el gobierno efectivamente sería un padre protector para los mapuche. Muy poco duró esta impresión pues al poco andar, los militares se replegaron a los nuevos regimientos de destino y el espacio conquistado quedo bajo control de las autoridades políticas.

El periodo bisagra entre los dos siglos se acompañó de una inusitada violencia. Esta vez hordas de facinerosos y especuladores comenzaron a hacer su aparición por los campos. En la zona precordillerana hay nombres famosos que hasta nuestros días hacen sentido en quienes no olvidan la historia como Angelmayer, Fritz y Mera, los mismos que como poderosos factores influyeron en la realización de uno de los trawün mas grandes y recordados de esos territorios, realizado en el valle de Koz Koz el año de 1907.

Peñi cacique (hermanos caciques) Hemos querido mi padre y yo que haya en Coz-Coz una junta grande, para que vinieran los caciques a parlamentar, porque hace mucho tiempo que no se hablan ellos de lo que les pasa en sus reducciones con los "huincas" que nos quieren quitar la tierra que ha sido siempre de nosotros. Ei!!, Ei!! (Responden todos en un grito largo). Bueno; entonces mi padre me dijo: manda a los mocetones que vayan a todas las reducciones que puedan alcanzar en quince días de ida y vuelta y que les digan a los caciques que vengan a Coz-Coz a parlamentar, para que sepan todos los mapuches lo que les pasa a sus hermanos y vean ellos lo que harán, para que todos nos amparemos Ei!!. Aquí en Coz-Coz Joaquín Mera le ha quitado la tierra a tres hijas de la Nieves Aiñamco, después que la mató. El juez lo soltó después que lo tuvo preso; entonces Mera vino a quemarle la casa a la Antonia Vera, hija de la Nieves. El gobierno no hace justicia a los indios, porque los indios son pobres y así dice Joaquín Mera que él hace lo que quiere porque tiene plata. Ei!!. (Varios caciques hablan a la vez afirmando la veracidad de lo dicho por el orador). Mi padre ha tenido que recoger a la Antonia Vera, que era antes la mayor de Pinco, porque ahora Joaquín Mera se ha agarrado todo el fundo. El gobierno no puede tener ley para que Mera haga esto. Bueno; entonces los caciques ancianos que han venido a parlamentar digan que haremos para que el Gobierno ampare a los mapuches y podamos estar tranquilos en la tierra que es nuestra. Los mapuches más alentados digan también qué haremos para que no se rían de nosotros. Ei!!

La situación en la zona de Panguipulli y alrededores es francamente insoportable, pero qué sitio del otrora territorio mapuche desde ese momento no lo es. Si no son los particulares, son los gringos, sino los carrilanos, sino los comerciantes, sino el tinterillo, sino los cuatreros. Uno de los acuerdos del parlamento de Koz Koz fue elegir un cabeza o autoridad principal entre esos mapuche para realizar la interlocución con el gobierno, cargo que recayó en Juan Katriel Raín, lonko principal de Trailafken, lo segundo fue presentar un memorial a las autoridades del gobierno de Pedro Montt para que tomaran cartas en el asunto y a la vez enderezaran a quienes debían ser imparciales en su proceder: como los jueces y las autoridades civiles. En este memorial se establecen cuatro tipo de procedimientos comunes usados contra los mapuche, el primero de ellos es el engaño, le siguen los robos de terrenos y animales, el tercero se refiere a flagelaciones y, por último, los asesinatos. El periodista que realizó la crónica del parlamento nos dejó una interesante impresión

Nosotros llamaríamos ladrones a todos los «españoles» que se han establecido en aquellos campos de Panguipulli, Purulón,Trailafquén y Villarrica, haciendo una excepción de uno por mil. Al leer esto, muchas personas nos tacharán de exagerados, de ridículamente exagerados. para responder a ese calificativo que nos desconceptúa ante el público, propondríamos que se nos señalara un par de propietarios de esa región que no haya robado a los indios animales o terrenos. Estamos seguros que si se planteara seriamente esta cuestión, todos los «españoles» habitantes de esa zona se excusarían de dar a conocer sus títulos de propiedad de los terrenos que ocupan y no quedaría uno sólo que pudiera decir que no tiene o ha tenido cuestiones con los indios, por pérdida de animales. Pero, conociendo las leyes de nuestro país y sobre todo recordando lo que se ha dicho del Código de Procedimiento Penal, no podemos aventurarnos a eso, sin temor de que se nos llame calumniadores. Por lo demás el presente folleto indicará al público si la persona que lo ha escrito estará convencida de lo que dice. El robo a los indios es una profesión como cualquiera otra, con el aditamento de que es productiva y sin peligros.

Condicionamiento de existencia: economía de subsistencia. Uno de los objetivos de la expoliación económica que se realizará sistemáticamente contra los mapuche de la precordillera de Cautín y Valdivia, será traspasar sus bienes y capitales a los particulares y empresas que se desplegaban en todo el sector tras fines ganaderos y madereros. La instalación de la sociedad ganadera San Martín en la zona del lago Panguipulli fue patético, una vez puesto el vapor O´higgins en funcionamientos en las aguas de este lago, el siguiente paso fue destruir todos los wampo (canoas) que la población mapuche usaba echándolos a pique, partiéndolos a hachazos o quemándolos. No trepidaron en eliminar a quienes insistieron en conservar sus embarcaciones como en el caso del alevoso crimen del lonko Mariano Millanguir y su hijo Manuel, proceso se sobresello por falta de datos. La meta era clara, por un lado provocar la dependencia de estos a sus servicios y, la otra, incomunicarlos de llegar a los lugares donde estampar las respectivas denuncias. No trepidaron en establecer cercos y correr los pertenecientes a propietarios mapuche haciéndose de los fundos que mantenían las comunidades.

Así se fue construyendo un tipo de propiedad que constreñirá a los mapuche en esquemas de subsistencia que si bien están bajo su control no guardan relación fidedigna con su pasado independiente. Ahora no se dispone de la tierra de otrora, a lo que hay que agregar la radicación en tierras que no guardan relación con el uso exacto que le da el mapuche. Uno de estos casos lo podemos evidenciar hacia la década del cuarenta en la zona de Coñaripe, donde la presión sobre el suelo lleva a mucho comuneros a hacer uso de las reservas en común que guarda cada comunidad, y que para esa fecha se están ocupando no en labores de pastoreo, sino en agricultura, esta vez de altura. Esto generaba una situación irregular del punto de vista legal, pues las tierras que son de uso (propiedad) común no están registrados y el mapuche -en esa fecha- entiende que les corresponden por derecho de antigüedad.

"Muchas tierras del área Coñaripe, que incluye también el área conocida como lliuco, no han sido aún asignadas. Aún pertenecen a la comunidad. Aún tenemos algo así como 5000 hectáreas (12000 acres) que están arriba en las montañas. Los chilenos le llaman a la tierra comunitaria comuna; el Mapuche le llama Kiñe Mapu. Los padres de familia ni siquiera saben cuanto debería corresponderles a cada uno de ellos. Cualquiera del área tiene el derecho a limpiar una parte del terreno siempre que no esté empezando a ser limpiado. Esto es, por ejemplo, mi vecino no puede empezar a limpiar si yo ya he comenzado antes, ni tampoco puedo yo empezar a limpiar cerca de donde él lo está haciendo. Esto es así para que las personas no agreguen más tierra a sus hogares. Una vez que la tierra está limpia y cultivada, todos sabemos a quien pertenece, y su propiedad queda registrada en la carta del cacique. Todos cultivamos siempre la misma tierra, pero no cada pieza de la misma tierra todos los años. Antes de contraer matrimonio, yo vivía al otro lado en la otra ribera del río con mi hermano, y limpié un pedazo de terreno allí, por lo tanto esa tierra me pertenece ahora. El padre de mi esposa le dio a ella un pedazo de su tierra. Mi esposa posee la tierra por derecho de radicación (una expresión usada por chilenos para referirse a un derecho por lugar de nacimiento, habitat, o derechos ancestrales de propiedad), y yo tengo mi terreno al otro lado del río; por el mismo tipo de derecho que ella y también porque yo lo limpie (uno de los derechos es chileno, el otro, es uno Araucano). La radicación fue recientemente aplicada a los Araucanos; y da el derecho a una mujer a poseer tierras. Fue introducido cuando yo tenía alrededor de unos cinco años de edad (aproximadamente 1901). Antiguamente sólo los hombres heredaban la tierra; en aquellos días, cuando un hombre se casaba, él y su esposa vivían con los padres del novio, hasta que éste escogiera un pedazo de terreno, o su padre se la ofreciera, o que el mismo limpiara un pedazo por su cuenta y luego lo reclamará". Hoy actualmente, de acuerdo a la ley chilena, tanto hombres como mujeres heredan tierra. De acuerdo a esto, el propietario de la tierra debe registrarla oficialmente en las oficinas chilenas. "la nuestra no está registrada. No la mía ni la de mi esposa" dijo el informante de Coñaripe. "Pero tenemos el derecho de usar esta área, como ya dije, y nadie puede quitarnos este derecho -nosotros nacimos aquí- todos los mapuches que tengan estas tierras están registrados con el cacique, pero no con las autoridades chilenas (...) ningún extraño puede venir acá y tomarse la tierra. Ni mapuche ni chileno. Los extraños sólo pueden cultivar la tierra si es que alguien les deja ahí podrán tener sus siembras, de cuyas ganancias deberán ser pagadas (la mitad) a quien sea el dueño real del terreno.

La economía mapuche se estructura a través de una agricultura esencialmente triguera, cuyas unidades de explotación se identifican bajo el nombre de Dáreas. Su extensión obedece a lo que un hombre es capaz de cortar en un día de trabajo. La práctica agrícola con el paso de las décadas se va ajustando a los adelantos técnicos, especialmente a lo que dice relación con el arado de metal y la utilización de la hechona y en sectores como Coñaripe, se comienzan a utilizar tempranamente maquinas cosecheras de propiedad de chilenos que se pagan con parte de la producción o bien con dinero cuando lo hay. Las prácticas comunitarias existen en la fase de la cosecha con la trilla a caballo, pues si alguien necesita ayuda (kelluwün) durante el proceso de siembra o preparación del terreno recibe lo que necesita, apoyo en la siembra, semilla, instrumentos. También se incorporan fruto de la ausencia de capitales de inversión (tierra, herramientas, etc) tratos bajo la figura de mediería, poniendo la semilla y/o el trabajo y por otro lado la tierra.

De estas actividades todo el mundo participa, la división del trabajo, en sus diferentes etapas, incorpora a todos los miembros de la familia. Los niños cuidan ciertos productos o espacios de la huerta y que los pájaros no se coman las semillas. Las mujeres se dividen los tipos de siembras que se hacen en la huerta. Lo mismo sucede con los animales, todos tienen dueños, lo pollos, gansos, los perros y los gatos, los vacunos y los caballares y por supuesto las ovejas, que los niños se encargan de sacar por la mañanas (antes del colegio) y de entrar por las tardes. Estos son durante todo el siglo veinte, el capital con que cuentan los comuneros mapuche, para sortear los imprevistos de una economía cuyo contexto político jurídico los está constantemente amenazando.

La primera mitad del siglo XX si bien comenzó con una asonada sobre la tierra mapuche, como fue la radicación, creando las condiciones de subsistencia, hacia la década del cuarenta se hacía venir otros proceso semejante, esta vez la división de la propiedad. Por esos años reflexionaba uno de los padres de la mapuchología, Alejandro Lipschutz, sobre las posibilidades de fracaso de este tipo de intentos, por no lograr lo que buscaban, aclarar la propiedad y hacer sujetos económicos. Para él un sistema mixto con decisión de los propios mapuche (más que imponerles) hubiera sido el indicado, pero veremos que esto seguirá teniendo la misma tónica colonia: supresión de formas propias e imposición de esquemas ajenos.

III) Las comunidades como sujeto político-económico: el movimiento mapuche

La disyuntiva por la división de la tierra. El proceso de constitución de la propiedad indígena, cuya meta el Estado no la cumplió de acuerdo a lo establecido desde un comienzo con la ley del año 1866 (que decía que esta se debía hacer y terminar para en el sobrante, considerado propiedad fiscal, se colonizara con nacionales y extranjeros y se enajenara el resto de acuerdo a los preceptos jurídicos vigentes) se verá completamente burlada, por quienes a la mala tomaban posesión de los territorios indígenas y ensanchaban sus posesiones sin misericordia de las reducciones que encontraran a su paso.

Las primeras organizaciones supra locales del pueblo Mapuche de inicio del siglo XX, comprendieron que la exigencia básica a enarbolar frente al Estado era apurar la radicación de todos los mapuche, lo segundo suprimir el pago de las contribuciones. Lo tercero se relacionó con la ampliación de la cabida de tierras (considerando las de propiedad fiscal) y la restitución de aquellas tomadas indebidamente por los particulares y colonos. Desde la década del treinta la presión demográfica sobre las escuálidas tierras revienta, mandando a una parte de los comuneros a un proceso de diáspora económica secular, que aún no para como, y confrontando a quienes aún vivían en las reducciones por los lindes que a cada cual le correspondían.

Los mapuche -como vimos anteriormente- saben que es lo que les conviene o como se puede administrar su situación, manteniendo un pie en la legalidad chilena (vía radicación) y otro en su propia legalidad (de hecho), sin embargo en el espíritu del legislador, estos razonamientos no operan, sólo la imposición de una sola lógica, la del mercado. Se trata de liberar tierras para incorporarlas a la producción nacional, de ahí que el tema indígena en Chile en lo que va corrido del siglo XX se centre en la discusión decimonónica de si estas tierras deben gozar de un proteccionismo especial, o bien adquirir el carácter de cualquier propiedad con el sello liberal (privada e individual) que conlleva.

En la zona Williche, especialmente entre Ranco y Chiloé, los mapuche a través del manifiesto del año 1935, vuelven a reivindicar el tratado de las canoas del año 1793 y los títulos de comisario que extendió el Estado una vez república (década del veinte del siglo XIX) que obviamente reconocían y dejaban en su poder más tierra de lo que estaba dejando la radicación. Por su parte entre los años 1908 al 1920 este proceso había extendido su manto legal sobre las comunidades Williche de la provincia del Valdivia y de Cautín. Desde inicios de los años cuarenta se venía otra arremetida del legislador: la división de los títulos de merced o la liquidación de la comunidades.

Esta presión fue lo suficientemente grande como para que en el área de Villarrica-Pucón-Curarrewe empezara a operar muy tempranamente, en la primera de estas comunas se dividió la mitad de ellas entre los años 1932-1950 a razón de casi cinco comunidades por año. Los niveles de organización quizás no fueron los suficientes para contener la arremetida de los sectores, ganaderos, turísticos y madereros que por esos años se disputaban los capitales en el área. De manera increíble, por la corta distancia que media entre ambos, es la situación de Panguipulli, donde salvo una situación, la del año 1847, no se da ninguna otra división, hasta que en masa y en su totalidad serán divididas bajo la dictadura militar. Por lo visto aquí juegan factores de organización temprana y experiencias de resistencia mucho más efectiva.

La opinión mapuche se dividirá frente al tema de la subdivisión o división de la comunidad. Uno de los cabecillas que estuvo a favor de los impulsos estatales, Antonio Chihuailaf, provenía del área precordillerana de Cunco (kechurewe), donde creo y lideró la organización Moderna Araucanía. La perspectiva de esta organización y de su líder era el evidente drama que se producía al interior de las comunidades indígenas al no contar con lindes que permitieran asegurar a unos lo mínimo para subsistir, sin entrar en disputas fratricidas con los vecinos. Aducían que el proteccionismo jurídico hacia la comunidad (in enajenable) impedía la posibilidad de integración, social y económicos, esto último al no poder acceder a beneficios como créditos para el despegue económico. Esta organización junto a muchas otras, de tipo urbana y rural, crearon el Frente Único Araucano en 1939 y durante su existencia en la década del cuarenta apoyaron al Frente Polular.

En la vereda opuesta estaba la Corporación Araucana, cuyo líder, Venancio Coñuepán, llego a ser elegido diputado dos veces seguida entre los años 1945 y 1949. Su postura fue la oposición a la división de tierras, por ser la comunidad la manera en que los mapuche asumían su existencia tradicional. Por lo mismo es que abogaron por reconocerla como una entidad de derecho, cuya reivindicación era la devolución de los terrenos usurpados y la ampliación de la cabida de tierras. Como vemos el drama que se vivía al interior de las comunidades se expresaba a través de las organizaciones de representación nacional con que contaban los mapuche a mitad de siglo. Sin embargo la dirección de la política indígena seguía una sola línea, la división. El siguiente cuadro nos puede graficar los impactos de esta en la zona precordillerana.

Títulos de merced y división de comunidades en la precordillera

COMUNAS

T.M

Año Rad

SUP. RAD

Pobl. Rad

Pobl. Actual

SUP.DIV

 

4169

Nº HIJ

Año div

4802

Nº HIJ

Año div

4111

Nº HIJ

Año div

14511 NºHIJ

Año div

17729 Nº HIJ

Año div

T.M DIV

Panguipulli

202

1908/22

38.926,62

3.197

24.452,17

 

 

1

1947

 

172

173

Pucon

16

1908/24

10.440

710

2.359

11.556,86

 

1

1930

8

1933/42

 

7

1982/89

16

Villarrica

146

1909/21

25.571,37

2.177

4.862

24.846,8

1

1928

 

72

1932/50

 

68

1979/90

141

Curarehue

 

16

1908/16

6.006

492

1.865

7.156,78

1

1929

 

5

1933/48

 

10

1980/86

16

 

La Reforma agraria (1962-1973).

En la década del sesenta se abre un nuevo escenario para las comunidades, esta vez tiene que ver con un proceso de carácter nacional destinado a transformar las estructuras del agro en Chile, fue la reforma agraria. Esta no se inspiró en la solución a la reivindicación de tierras por parte de los mapuche, pero al poco andar si terminó incluyéndolos por la organización creciente y masiva que adquirió el movimiento mapuche durante toda la década del sesenta, cuya cúspide lo representó confederación de sociedades mapuche en 1969.

La reforma en tiempos del gobierno de Alessandri sólo se limitó a expropiar fundos fiscales, es en el periodo de Frei que está se orienta a liquidar a favor de los campesinos los fundos de particulares a escala nacional, incluyendo a las provincias de Cautín y de Valdivia. En ese contexto las organizaciones mapuche comienzan a señalar a la opinión pública la preocupación que esta les crea al ser beneficiarios de ellas los inquilinos, pues el propósito del Estado es establecer un campesinado integrado al mercado nacional.

Mucha de la tierra que estaba terminando en parcelas eran tierras reivindicadas por las comunidades y estas no aparecían identificadas sino como parte de un conglomerado -el campesinado- que no asumía su especificidad. Es durante la última parte del gobierno democratacristiano, pero sobre todo con el gobierno de la unidad popular, que las comunidades despliegan una serie de movilizaciones en escala para comprometer al Estado en su temática específica como indígenas.

Esto derivó en dos hechos, por una parte beneficiarse como campesino y por otros transformar la ley indígena que se había reformado en el tiempo de Alessandri (14.511). Esta última, a la altura de sus tiempos, mandaba retornar la tierra perteneciente al título de merced, dividir la comunidad sólo si total de comuneros lo solicitaba y quizás, la más importante, expropiar tierras en litigio con comunidades. Su clima fue los primeros años del gobierno de Allende, cuando el ministro de agricultura y el de tierras se instalaron en terreno en la provincia de Cautín para profundizar el proceso.

Entre los años que duro la reforma agraria (1962-1973) en las provincias de Malleco y Cautín se expropió una cantidad de 688 predios que correspondieron a 739.245,90 hectáreas, de esta cifra 163 predios (23,69%) con 152.416,48 hectáreas (20,61%) en total se expropiaron a favor de la demanda mapuche, es decir, poco menos de la mitad. Las tierras precordillerranas también fueron alcanzadas por este proceso, las siguientes tablas así lo demuestran

Expropiaciones a favor de mapuche bajo gobierno de Eduardo Frei

Comuna

Predio

Propietario

Expropiación

Asentamiento

Hás

Hrb

Ley

Villarrica

Copihuelpe

Víctor Kunstmann Hube y otros

30-X-69

S/I

1465.3

210

16.640

 

Predios expropiados por la Cora a favor de comunidades mapuche. Enero-agosto de 1972

Comuna

Predio

Propietario

Expropiación

Asentamiento

Hás.

HRB

Villarrica

Fundo el Carmen

Elena Ansorena Lobos

08-01-72

S/I

1.810,4

79,66

Pucon

Llafenco

Fidel Altamirano Novoa

07-04-72

S/i

1.164,5

78,2

 

Predios y superficie total expropiada por convenio Cora-Dasin 25 de agosto de 1972

Comuna

Predio

Propietario

Expropiación

Asentamiento

Hás.

HRB

Pucon

Predio 202 hás. Y predio 13 hás. En Caburga

Luis Guillermo Jara Campos

25-08-72

S/i

211

18,07

Villarrica

Las vertientes antiguo fdo. Las Vertientes y pte. fdo. Coyahue

Soc. Agrícola Las Vertientes Ltda..

25-08-72

S/I

394,6

39,52

 

Predios y superficie total expropiada por la reforma agraria (1962-1973)

Comuna

Predios expropiados

Has

HRB

Pucón

6

8.547,40

472,85

Villarrica

26

19.328,30

1.806,765

 

Predios y superficie total expropiada por la reforma agraria con participación mapuche (1962-1973)

Comuna

Predios expropiados

Has

HRB

Pucón

2

1.375,5

96,27

Villarrica

3

3.670,3

329,2

 

IV) Dictadura militar, contrarreforma y resistencia

El periodo de la dictadura militar que afectó al país entre los años 1973 y 1990, dejó profundas huellas en la sociedad mapuche, esto porque lo conquistado en décadas de lucha y sacrificios, se retrotrajo a cero, si es que lo medimos del punto de vista de los avances que se venían consiguiendo en materia de tierras, también por el desconocimiento y la conculcación de derechos que, a la fecha, tenían mucha sincronía con el contexto regional interamericano. Uno de estos fue el proceso de redistribución de tierras (reforma agraria) impulsado en América Latina durante toda la década del sesenta. Una vez en el poder los militares, el proceso lo reinvierten, y en el caso mapuche, se llegó a la paradójica situación de haberse devuelto a sus antiguos dueños todo lo conquistado hasta 1973 en un porcentaje nada despreciable de casi 70%.

Predios y superficie total revocada, rematada y parcelada después de 1973 en predios mapuche

Revocaciones

Remates

Parcelación

Total expropiación

Nºpredios

Sup/Hás

Nºpredios

Sup/Hás

Nºpredios

Sup/Hás

Sup/Hás

97

98.817,2

3

1.478,2

63

53.240,88

152.416,88

 

Revocación de predios expropiados a favor de mapuches por comuna

Comuna

NºPredios expropiado

NºPredios Revocados

%Predios Revocados

Año de la Expropiación

Superficie Expropiada Hás.

Superficie Devuelta /Hás

% Superficie Devuelta

Pucón

2

2

100%

1972

1.375,5

1.375,5

100%

Villarric

3

1

33%

1972

3.670,3

1.810,4

49%

 

Detalle de predios expropiados a favor de mapuche y devueltos a antiguos dueños o revocada la expropiación

Comuna

Predio

Propietario

Expropiación

Asentamiento

Has

Hrb

 

 

Pucón

Llafenco

Fidel Altamirano Novoa

07/004/72

S/I

1.164,5

78,2

 

Predio 202 hás y predio 13 hás en Caburga

Luis Guillermo Jara Campos

25/08/72

S/I

211

18,07

Villarrica

Fundo el Carmen

Elena Ansorena

08/01/72

S/I

1.810,4

79,66

 

Parcelación de los asentamientos con participación mapuche por comuna

Comuna

Nº de predios parcelados

Año de expropiación

Superficie en hás.

Villarrica

2

1969-1972

1.859,9

 

Parcelación de los predios expropiados a favor de mapuche

Comuna

Predio

Propietario

Expropiación

Asentamiento

Contrarreforma agraria

Has

Hrb

Villarrica

Copihuelpe

Víctor kunstmann Hube y otros

30/10/69

S/I

Los Copihues

1.465,3

210

 

Las Vertientes, Antiguo Fdo.Las Vertientes y Pte.Fdo.Coyahue

Soc.Agric. Las Vertientes Ltda.

25/08/72

S/I

Flor del Bosque

394,6

39,52

 

La dictadura fue ultra liberal en el tema indígena, imponiendo una división (entre 1978 a 1990) que tuvo como propósito, hacer que los sectores más capaces al interior de la comunidad tuvieran la posibilidad de convertirse en actores económicos integrados al mercado, desplazando a quienes potencialmente podían continuar con un modelo de subsistencia (Vergara & Foerster, 2000). La inserción de estos grupos no es pensado en una dimensión de cooperativas como lo fue en periodos pasados, pues la orientación de la agricultura, claramente durante esos años, va en apoyo de los grupos poderosos del agro. Por lo mismo es que no tuvieron límites en reprimir las organizaciones que habían centralizado la opinión e intereses de sectores indígenas (confederación de sociedades mapuche) y del emergente campesinado (federación Ranquil), quienes tuvieron que pagar políticamente con la exclusión y sufrir la violación sistemática de sus derechos humanos con detenidos desaparecidos, ejecutados políticos, exiliados (Morales, 1990).

Ante las intenciones del legislador de dividir, las organizaciones no descansaron en informar a la opinión pública de la época el conflicto que les generaban las nuevas políticas oficiales.

1°. Con aparente buena intención, nos quiere "integrar" al resto del pueblo chileno, haciéndonos desaparecer como indígenas y mapuches. Nosotros queremos integrarnos como personas y ciudadanos con todos los derechos al desarrollo del país, pero sin perder nuestra idiosincrasia.

2º. Al suspender el cobro del impuesto territorial a las comunidades que soliciten su división, se les está presionando para que pidan esa división. Con esto se atenta contra nuestra tradición cultural de propiedad comunitaria de la tierra, que es parte de nuestra forma de ser como pueblo.

3º. Al suprimirse el Instituto de Desarrollo indígena, donde teníamos participación como pueblo, quedamos sin voz, sin poder opinar o conducir nuestro destino de ninguna forma. Esta es hoy nuestra más importante y principal lucha[18].

Al interior de las comunidades, las medidas de división se prestaron efectivamente para un juego de intereses fratricidas, evidentemente la condiciones al interior de ella, con los años se venían haciendo insostenibles por el crecimiento de la población y el agotamiento de los suelos. La posibilidad de establecer a propietarios, mediante títulos, y dejar fuera a los ausentes, fue visto por algunos -en ese contexto de sobre vivencia- como una solución, eso si transitoria, y para otros como la herramienta que los dejó sin ninguna posibilidad de inserción con tierra en la comunidad. Los orígenes de la organización centros culturales mapuche (1979) obedece a una reacción ante el proyecto de ley 2568 que sacaba a estreno el gobierno de Pinochet, pero sobre todo es la posibilidad de resistir ante la pérdida eminente de tierras que iba significar desproteger las mismas, especialmente otorgándole el derecho de enajenar pasado veinte años.

La situación se hizo sórdida para los comuneros de la época, la dictadura si impuso no sólo resolver un problema de propiedad, sino también un problema sociológico, la existencia del indio. En este contexto es que surgen nuevamente las sincronías con el movimiento indígena americano, y las banderas de los derechos humanos se extienden a la problemática mapuche, con planteamientos políticos sociales nuevos para la época. En 1983 la organización Ad mapu declaraba el proyecto alternativo mapuche.

Por una nueva sociedad, justa y democrática, en donde nuestro pueblo participe con igualdad de derechos frente a otros sectores sociales del país; creemos que una nueva democracia sin la participación del pueblo mapuche no puede ser democracia.

Por la autonomía y autodeterminación de nuestro pueblo en cuanto que debemos ser gestores y protagonistas de nuestro propio proceso de desarrollo.

Finalmente, y junto con lo anterior, exigimos participación en la redacción de una nueva Constitución política que resguarde y garantice nuestros derechos y patrimonio cultural de acuerdo a nuestra identidad étnica[19].

Las distintas expresiones territoriales del movimiento mapuche irán dando nueva forma al argumento histórico de tierra, no más división, no más contribuciones, a los que se sumaran las aspiraciones por autogestionar autónomamente sus recursos. El consejo de lonkos de Chiloé en 1985 ya expresaba los múltiples factores de conflicto se que se cernían sobre sus territorios.

El pueblo mapuche-huilliche tiene derecho a su tierra porque, en ella se desarrolla y genera su cultura, su identidad y su idiosincrasia...con una forma de tenencia de la tierra comunitaria...la explotación de la tierra entregada a una cabeza visible o jefe de familia y utilizada en provecho común. Piden autonomía de las comunidades para proteger la flora y fauna; el derecho a explotar subsuelos por las propias comunidades (riquezas minerales); regular la explotación de la madera sin la intervención de CONAF; protección de ríos, lagos y mares, y su explotación reglamentada y controlada por las propias autoridades mapuches;...y respeto territorial, sin intervención de autoridades nacionales para realizar desalojos en contra de la comunidad[20].

Esto que parecía haber culminado con el sentido mapuche de la comunidad (en contexto de colonialismo) se subvierte por los vínculos de tipo familiares y rituales, pues los comuneros emigrantes y aún su descendencia urbana, seguirán manteniendo ese lazo y adscripción, participando de las ceremonias propia de la congregación religiosa, como el ngillatun, o bien de su medicina. A esto se puede agregar que los excedentes económicos, especialmente, de venta de productos ganaderos (especialmente los porcinos) organizan una clientela cuyo mercado se estructura a través de los propios parientes y amigos que viven en las zonas urbanas.

Sin embargo, el embate sobre las tierras se acompañó de una política mucho más agresiva dirigida a los recursos naturales del país, lo que en los territorios mapuche significó la implementación de una política forestal, que ubicó estratégicamente en las regiones VIII a X como su área de expansión. Estas bonificadas hasta en un 75% por el Estado, haciendo usos de las tierras fiscales y disponiendo de capitales para comprar y poner en uso fundos otrora agrícola ganadero, generan una nueva presión sobre las tierras de comunidad, pues estas reivindicaban tierras pertenecientes a sus títulos, así como denunciaban las limitaciones que están imponían al impedir el transito a través de ellas y eliminar el ganado (especialmente menor) que hacía uso de esos suelos. Esta olla de grillos si bien empezó a reventar en plena dictadura militar (con la censura de informar por medio de la prensa) alcanzó su epicentro en la década de los noventa.

El argumento de la denuncia que hacen los comuneros tiene muchos componentes, los más significativos para este estudio dicen relación con los crecientes niveles de sequedad de la tierra. Los esteros, los menokos, walmes, la napas freáticas desaparecen y con ellas las posibilidades de hacer sustentable la agricultura, la horticultura y la ganadería mapuche. Todos ellos crean, un impacto evidente en los procesos de reproducción cultural, pues el paisaje o entorno se homogeniza con las plantaciones, perdiéndose las escasas superficies de monte (lemu) lugares poblados de newen y sustentadores del equilibrio espiritual. Estos tópicos han sido mucho más fundamentados desde la década del noventa en adelante.

V. Conclusiones

Los procesos económicos vividos por la sociedad mapuche durante el siglo XX se enmarcan dentro del gran paradigma del colonialismo, es decir, donde son esquilmados económicamente (reducidos territorialmente) y excluidos políticamente, mediante leyes destinadas a su patrimonio de tierras que buscan liberarlas para el mercado. La base de este argumento es la consideración de igual que deben gozar los indígenas, es decir, ser ciudadanos con los mimos deberes y derechos.

 

Es imposible concebir transformaciones económicas, sin considerar las transformaciones en las otras esferas de su sistema sociocultural. Tampoco se puede entender una situación colonial si es que no se ve como el otro sistema, el winka o estado nacional, se hace de estos espacios y los transforma de acuerdo a su naturaleza o lógica. Es inminente cono se despliega un manto institucional de tipo político (división política administrativa, gobernaciones, intendencias), ideológico (escuelas, misiones, iglesias) y militar (fuertes, prefacturas de carabineros, etc), en los primeros tiempos, pues se trata de controlar organizar y mantener el nuevo orden.

Desde el punto de vista económico territorial, una vez anexados estos territorios rápidamente fueron incorporados al mercado a través del incentivo de la producción cerealera (trigo, cebada), ganadera y maderera. La propiedad de la tierra se organizó a través de latifundios, grandes fundos en manos de particulares, ricos y chilenos o de concesiones a sociedades de colonización, por lo general extranjeras las que combinaban la explotación ganadera, maderera y agrícola. A la inversa este mismo proceso llevó a la minifundización de la sociedad mapuche, a través de las reducciones.

Los mercados informales o marginales que algunas vez existieron en el comienzo de la post conquista militar (1890-1910) y que en parte contaban con la integración de la producción mapuche, hortícola y maderera (leña), pasaran a ser desplazados y hegemonizados por los del gran capital agrícola-ganadero-maderero, para ello la legislación que lo amparo fue a la zaga de la constitución de la gran propiedad.

Este periodo es el peor momento en la historia contemporánea mapuche, pues las presiones sobre sus recursos fueron múltiples. La pérdida de la tierra, fuera por la radicación posteriormente por el "ensanchamiento" que hicieron los particulares, llevó a que se fuera moldeando un tipo de economía identificado como de subsistencia. Las aproximaciones que podemos a hacer a través de las fuentes, nos permiten apreciar en la zona de la precordillera que la comunidad sufrió importantes transformaciones estructurales que afectaron a la familia (la que se reduce por la emigración), en su composición (se tiende a nuclear en los componentes directos), y sus sistemas de herencia (que ahora incorporan a la mujer) . Aún así no se pierde el sentido identitario, y así como otros estudios lo confirman en zonas del valle de Cautín, la congregación ritual del ngillatun seguirá siendo un importante organizador de la sociedad mapuche (Faron, 1960), las que de acuerdo al contexto o coyuntura, no sólo los demostrará con una comunidad de origen, sino también de destino.

Estos sistemas (latifundio winka/minifundio indígena) articulados en el agro hicieron crisis hacia la década del sesenta, que es cuando el Estado se impone una nueva conformación en la estructura agrícola del país, para ello era indispensable liquidar los fundos inproducentes y originar la existencia de un campesinado con estilos de producción basados en un trabajo cooperativo. En esta línea los mapuche, por su insistencia y organización también son considerados en estos procesos logrando recuperar 152 mil hectáreas.

Este proceso vivido al interior del estado nación, que se hizo de la mano con una industrialización del país y la nacionalización de sus recursos naturales estratégicos, tendrá su tiempo de duración, el golpe militar del 73 será su límite. Desde ese año comienza un proceso inverso en la economía nacional, implantación de un modelo exportador, privatización de los recursos estratégicos y todo bajo la figura del neoliberalismo.

Las comunidades son obligadas a dividirse en su totalidad y les son revocadas y expropiadas las tierras obtenidas por la reforma agraria, además de confiscados los bienes de capital adquiridos bajo el proceso. En este contexto la situación se hace insostenible, volviendo nuevamente a las pautas de subsistencia. En ese contexto es que madura en el seno de sus organizaciones de resistencia (centros culturales y ad mapu) la elaboración de un argumento que partiendo de sus propios diagnósticos de la situación, señalan como gran argumento el derecho de la autodeterminación que por esos años el movimiento indígena continental también agita en sus movilizaciones.

Con la llegada de los gobiernos neoliberales de la concertación de partidos por la democracia, se adoptará un acuerdo mínimo con el movimiento mapuche, el que sintetiza sus aspiraciones políticas y económicas en un momento de transición política que contaba con muchas expectativas en la época. Estos fueron el reconocimiento constitucional, la ratificación del convenio nº 169 de la OIT, la creación de una legislación indígena y de una institucionalidad que administrara un fondo de tierras y otros de desarrollo. Respecto a la división de tierras, su inmediata paralización y, en adelante, la ampliación de la cabida de tierras.

Si bien este último periodo (de la concertación, 1990 en adelante) no es materia del presente ensayo, habría que adelantar que la situación de las comunidades y en particular de su economía, se ha visto comprometida por la expansión de los grandes capitales (como las forestales o los energéticos) sobre sus territorios. Esto trae una disputa por los recursos como el agua (litoral, continental, etc) o bien mineros. Los conflictos han sido una de las expresiones de esta tensión y la represión política de los gobiernos (plan paciencia) sobre los movimientos de resistencia mapuche, una de las manifestaciones palpables (encarcelados, procesados, refugiados, no habidos, etc).

El programa orígenes es una de las máximas creaciones de la política concertacionista. Inversiones en educación, salud, producción y organización sufren la crítica de los comuneros por ser gastos que -si bien son necesarios- no son vías de desarrollo de tipo estructural, pues el tema de la tierra sigue sin ser resuelto. Los derechos humanos, entre ellos el de la autodeterminación, siguen siendo violados al no considerárselo como parte de la política indígena o bien al asociárselo a secesión y fundamentalismo de tipo terrorista. En todo este infierno, es todavía increíble observar que la comunidad subsiste y más, ahora enarbola a través de sus líderes y organizaciones utopías que la proyectan en el tiempo y le entregan un papel importante que cumplir, cuestión que es necesario explicar y desarrollar en otro ensayo.

 

BIBLIOGRAFIA

 

Baltra, Lidia (1980) Soy mapuche. Instituto Chileno de Educación Cooperativa (ICECOOP) Santiago de Chile.

Correa, et.al (2005) La reforma agraria y las tierras mapuche. Chile 1962-1975. Ediciones LOM. Santiago, Chile

Coronado, Luis (1973) El Problema Mapuche. Revista America Indígena, vol. XXXIII, nº2 Instituto Indigenista Interamericano. México

Duran & Larraín (1986) Las organizaciones campesinas. Cuadernillos de información Agraria. GIA-Academia de Humanismo Cristiano. Santiago, Chile

Faron, Lois (1960) Estructura social mapuche. Instituto Indigenista Interamericano. México

Grebe, María (1998) Culturas Indígenas de Chile: un estudio preliminar.. Editorial Pehuén

Hilger, M.Inez (1947) Niñez Araucana e Historia Cultural. (Obra no traducida)

Aurelio Díaz Meza (1907) Breve Relación del Último Parlamento Araucano de Coz-Coz,

18 de enero de 1907.

Instituto Geográfico Militar (1987) Geografía de Chile Novena Región. Edición Instituto Geográfico Militar, Chile.

Guía Informativa de la Provincia de Cautín, 1948, Chile

Sánchez, Alfredo (2004) Las regiones de Chile. Editorial Universitaria, Chile.

Vergara & Foerster (2000) Estudio de tierras Williche. CONADi. Temuco



[1] Sánchez, 2004: 12

[2] Sánchez, opcit:16

[3] IGM, 1990: 120-121

[4] Cautin, 1948:3

[5] Cautín, op.cit:20

[6] Cautín, op.cit:9-12

[7] IGM, op.cit:24

[8] IGM, op.cit:123

[9] Cautín, op.cit:6

[10] IGM, op.cit:136

[11] IGM, op.cit:140

[12] IGM, op.cit:143

[13] Fuente: Cautín, op.cit

[14] IGM,op.cit:145

[15] Cautin, op.cit:31

[16] Cautín, op.cit:86

[17] Sánchez, op.cit:16

[18] Baltra, 1980: 25

[19] Duran & Larraín, 1986:52

[20] Duran, & Larraín, op.cit:56

TRATADO DE TAPIHUE DEL 7 DE ENERO 1825

Tratados celebrados y firmados entre el Coronel graduado de los ejércitos de la República Comandante de alta frontera, y Delegado de la Ciudad de Los Ángeles Pedro Barnachea, autorizado por el señor Brigadier de los ejércitos de Chile Gobernador Intendente de la Provincia de Concepción para tratar con los naturales de ultra Biobío y don Francisco Mariluan Gobernador de 14 Reducciones, contenidos en los artículos siguientes:

1º Convencidos ambos jefes de las grandes ventajas de hacernos una sola familia, ya para oponernos a los enemigos de nuestro país, ya para aumentar y solidar el comercio, y hacer cesar del todo los males que han afligido a la República en catorce años de consecutiva guerra ha venido don Francisco Mariluan como autorizado por todos los Caciques en unirse en opinión y derechos a la gran familia chilena.

2º El Estado se compone desde el despoblado de Atacama hasta los últimos límites de la provincia de Chiloé.

3º Todos los que existen entre ambas líneas serán tratados como a ciudadanos chilenos con goce de todas las prerrogativas, gracias y privilegios que les corresponden.

4º El Diputado de los naturales bajo la ceremonia más religiosa según sus ritos y costumbres jura unión y hermandad perpetua.

5º Promete toda su fuerza para repeler a los enemigos del Estado y del orden, cuando el Supremo Gobierno necesite valerse de ella, quedando éste, y sus porder-dantes, sujetos a las mismas obligaciones de los chilenos y a las leyes que dicte el Soberano Congreso Constituyente.

6º A consecuencia de la unión de que habla el artículo 4º el Gobierno Supremo admitirá a todos los individuos que de esta nueva hermandad quieran libremente salir a instruirse en las escuelas públicas del Estado, cuyos gastos corren de cuenta del Erario de la Nación.

7º Si hubiese una declaración de guerra contra los derechos del país se unirán todas las fuerzas para repeler a los agresores, corriendo por cuenta del Estado todos los alimentos que consuman los nuevos hermanos en toda la campaña.

8º Queda obligado de ultra Biobío a entregar todo oficial o soldado enemigo y que casualmente se abrige en sus territorios, persiguiéndolos hasta su total exterminio, cuando no puedan haberse a las manos, cuyo cumplimiento será precisamente en el termino de quince días, contados desde la celebración de estos tratados.

9º Cada Cacique exijido por su Diputado entregará al Gobierno en el término de ocho días las familias hijas de otro país que existan en sus terrenos, y las que hayan sido conducidas allí en clase de prisioneras en la próxima pasada guerra en todo el mes corriente, quedando el Gobierno con la obligación de hacer lo mismo con cuantas personas de la tierra habiesen en la comprensión de la República.

10. Quedan obligados todos los Caciques contratantes a devolverse mútuamente con nuestros antiguos aliados todas las familias que con motivo de sus disensiones pasadas se hubiesen cautivado en sus malones.

11. Si lo que no es de esperar, verificada la unión, algún Gobernador de Bultramapu la quebrantare, los restantes tratarán de reducirlo a eIla, dando cuenta primero al Gobierno para que por su mediación se consiga; mas si tocados todos los resortes de la prudencia sigue éste todabía en revolución, se unirá una fuerza armada del Estado a los conservadores de la paz para hacer entrar por ella a los disidentes, y pertinaces, con prevención que éste es el último recurso.

12. Verificada la unión, todos los Caciques bajo el juramento enunciado, hacen una amistad eterna con olvido de todos los disgustos pasados.

13. El Gobierno queda obligado a nombrar y rentar un comisario, y un lengua-general, por cuyos conductos pueda entenderse y comunicarse con sus nuevos hermanos, y por los mismos éstos con aquél.

14. Los Caciques Gobernadores nombrarán libremente para cada reducción un Capitán de amigos, y con él saldrán a sus negocios mercantiles, o de Estado, los que a su salida se entenderán con el lengua general, quien avisará al Comisario los asuntos que los conducen.

15. El lengua general y capitanes estarán sujetos al Comisario.

16. El Comisario tendrá obligación precisa de recorrer cada dos meses los cuatro Bultramapus con el fin de llevar adelante las ideas liberales de paz y unión, dando cuenta al Gobierno cada trimestre de lo que ocurra, y cuando éste lleve alguna embajada del Gobierno la hará en juntas públicas, cuyo resultado comunicará oportunamente.

17. Siendo ya una sola familia nuestros comerciantes serán tratados fraternalmente cuando se internen en sus terrenos, cuidando escrupulosamente no se les saltee y robe, y cuando se roben unos a otros, descubiertos los ladrones pagarán el duplo de lo robado, si tubieren con qué, y sino se castigarán con arreglo a las leyes.

18. Los Gobernadores o Caciques desde la ratificación de estos tratados no permitirán que ningún chileno exista en los terrenos de su dominio por convenir así al mejor establecimiento de la paz y unión, seguridad general y particular de estos nuevos hermanos.

19. Haciendo memoria de los robos escandalosos que antiguamente se hacían de una y otra parte, queda desde luego establecido, que el chileno que pase a robar a la tierra; y sea aprendido, será castigado por el Cacique bajo cuya poder cayere; así como lo será con arreglo a las leyes del país el natural que se pillase en robos de este lado del Biobío, que es la línea divisoria de estos nuevos aliados hermanos.

20. No obstante que la línea divisoria es el Biobío el Gobierno mantendrá en orden y fortificadas las plazas existentes, o arruinadas al otro lado de este río, como también a sus pobladores en los terrenos adyacentes del modo que antes lo estaban.

21. Habiendo instado el Diputado Mariluan sobre la poblacion de Los Ángeles, Nacimiento, San Carlos, y Santa Bárbara ya para la seguridad, ya para su tráfico continuo, el Gobierno queda con la obligación de la más pronta redificación de todas ellas.

22. La línea divisoria no se pasará para esta, ni para aquella parte sin el respectivo pasavante de quien mande el punto por donde se pase, y el que lo haga sin este requisito será castigado como infractor de la ley.

23. Se declaran por boquetes habilitados para el pase al otro y este Iado de la Cordillera los de Llayma, Longuinay, Cuenco, Villucura, y Antuco; y por inhabilitados, todos los que desde el último hubiesen hasta el río Maule, y sujetos a la misma pena los que roben a este lado u otro de la Cordillera, o pasen sin el requisito del anterior artículo,

24. El Diputado a nombre de sus poder-dantes estará pronto con todas sus fuerzas para unirse a las del Estado si fuese necesario marchar contra los rebeldes de Pincheira, y sus aliadas de ultra Cordillera.

25. Los correos que el Gobierno haga sobre Osorno, Valdivia, o Chiloé, serán respetados y auxiliados por los Caciques Gobernadores de reducción en reducción; y si algún atentado, que no es de esperar, se cometiere contra ellos, el Cacique en cuya tierra suceda el hecho sino lo castigase, será tratado como a reo de lesa patria, quedando el Gobierno con la misma obligación con sus Embajadores.

26. Si el Gobierno tubiese a bien mandar por tierra algunas tropas para guarnecer la plaza de Valdivia, estas harán su marcha sin impedimiento alguno, y si en ella necesitaren algunos víveres, los Caciques Gobernadores los facilitarán, los que con un recibo del Comandante en Jefe de ellos, se pagarán a dinero de contado por cuenta del Estado.

27. Todos los comerciantes que hagan sus giros sobre las provincias de Valdivia, o Chiloé, y los que de aquellos lo hagan a estas con efectos del país, o con los que vulgarmente se llaman de Castilla, tendrán el pase y auxilio necesario, mostrando el pasaporte que anuncia el artículo 22 a los Caciques Gobernadores, comprendiéndose en estos los que hagan su tráfico del Estado de Buenos Aires a éste, y de éste a aquél.

28. El Gobierno se obliga a mantener siempre en la frontera del Sur los agasajos de costumbre para la recepción de algunos Caciques que pasan a la ciudad de Los Ángeles. A pesar que se ha interesado el comisionado en la supresión de este artículo por no gravar al Fisco, no ha sido posible por instancias del Diputado don Francisco Mariluan como antigua costumbre.

29. Queda al arbitrio del Supremo Gobierno designar los tiempos en que a estos nuevos hermanos se haga un Parlamento general; mas ellos deberán concurrir en junta cuando el Gobierno para tratar de grandes negocios tenga a bien citarlos a dietas particulares.

30. Queda obligado el Gobierno a facilitarles el paso para este y el otro lado del Biobío poniendo de su cuenta lanchas, balsas, o barquillos pequeños en los lugares de costumbre a fin de evitar incomodidades en su comercio, que podrán extender hasta lo último de la República con la condición precisa de saludar y pedir el correspondiente pasaporte por medio del Comisario al Jefe de Frontera.

31. La residencia del Comisario y Lengua-general será precisamente en el lugar donde la tenga el Comandante de Frontera para por su medio acudir a todas las ocurrencias del Gobierno.

32. Hecha la paz, y no siendo necesarios destacamentos de línea en lo interior de la tierra, ordenará el Gobierno se retiren a incorporarse a sus respectivos regimientos.

33. Sellada y ratificada la unión se formarán las tropas en el lugar de su ratificación que será en el centro del cuadro que ocupan, y enarbolándose el pabellón de la Nación con salva de diez tiros de cañón, son de cornetas, y cajas, se procederá a la ceremonia usada entre los naturales en señal de paz, rompiendo por parte del Supremo Gobierno una espada, y por cada Butralmapu una lanza, en cuya conclusión se hará una salva de artillería de igual número con grito general de VIVA LA UNIÓN.

Y para su constancia y cumplimiento lo firmamos en Tapigüe ambos contratantes a 7 de enero de 1825.

A ruego de don Francisco Mariluan.

Julián Grandón.

Pedro Barnachea.