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LA SOCIEDAD MAPUCHE EN EL SIGLO XX : ASPECTOS ECONOMICO-TERRITORIALES

Por Pablo Marimán y Jessica Sandoval

En teoría no existe un modelo único de ordenamiento territorial, sino que este se adecua de acuerdo a las características geográficas y socioeconómicas del respectivo territorio. La ordenación territorial es entendida en la actualidad como "el instrumento dirigido a planear y programar el uso del territorio, las actividades productivas, la ordenación de asentamientos humanos y el desarrollo de la sociedad, en congruencia con el potencial natural de la tierra y el aprovechamiento sustentable de los recursos naturales y humanos y la protección y calidad del medio ambiente"[1].

El ordenamiento territorial de Chile esta asociado a los contextos históricos y económicos que el país ha debido sortear. Así, luego de estar sumido en una etapa de colonización española se emprende un proceso de aprendizaje político que contempla diversos ensayos constitucionales siendo el ensayo de 1811 aquel que proponía la primera división territorial del país en tres departamentos: Coquimbo, Santiago y Concepción, los cuales en 1818 pasaron a llamarse provincias. Para tal tarea, se consideró el aspecto geográfico, demográfico y político por el que el estado debía consolidar aquellas provincias cercanas a la capital nacional. Sin embargo, a pesar de existir entre 1818 y 1936 mas de siete propuestas distintas, no será hasta 1936 cuando el país quede estructurado en 25 provincias las cuales constituirán la base administrativa del desarrollo nacional entre 1940 y 1970[2].

Para el caso de la Región de la Araucanía, la incorporación y colonización de tierras mapuche en el siglo XIX no obedeció a una planificación territorial sustentable, sino a una correspondencia del modelo económico de crecimiento hacia fuera basado en el desarrollo agrícola y la exportación del trigo a lo cual se suma la idea de incorporar la Frontera al estado chileno con un sentido de nación única. Transcurrido el tiempo, ya en el año 1870 se crea la Provincia de Arauco abarcando desde Biobio hasta Toltén. En esta misma lógica se planteaba la idea de poner en orden los territorios, traer a la paz a los mapuche e instalar colonias agrícolas a cargo de "chilenos civilizados" a las cuales se integrarían los "indígenas", idea que no prospero porque hasta 1880 el territorio seguía siendo mapuche[3].

No será sino hasta 1887 que las ideas de planificación nacional para la Araucanía tendrá sus frutos con la creación de las Provincias de Malleco y Cautín al respecto, de acuerdo a la creación de esta última, el decreto correspondiente señala en su articulo 7 que esta se dividirá en dos departamentos (Temuco e Imperial), los cuales contarán con los respectivos funcionarios encargados del buen funcionamiento de estas provincias, entre los que destacan un Intendente, un Juez de Letras, dos oficiales del registro civil, entre otros funcionarios públicos[4]. Para el caso de la zona lacustre Villarrica y Pucon junto con Queule y Tolten formaron la provincia de Valdivia. No será hasta la regionalización de la CONARA que estas pasarían a depender de la provincia de Cautín.

Así, una vez realizada la guerra con los mapuche, radicados estos en pequeñas extensiones de tierra y colonizado con extranjeros y nacionales las restantes, se incorpora el territorio a la división política del país por medio de la implantación de diversos organismos estatales como lo fueron la Corte de Apelaciones de Temuco y Juzgados dependientes, la Prefectura de Cautín con sus respectivas comisarías y retenes, organismos de asesoría agrícola a lo cual se suma una mayor cobertura educacional.

En relación a lo anterior, la Corte de Apelaciones tuvo su asiento en Temuco y se organizó por medio de Juzgados dependientes de Mayor cuantía, Juzgados dependientes de menor cuantía (destacando Villarrica) y Juzgados de Indios. Vinculado a lo anterior, el Estado se hizo presente en el ámbito de la fuerza pública y de orden por medio de la creación de la Prefectura de Cautín fundada el 5 de marzo de 1928, la cual se organizó en comisarías, tenencias y retenes. Para el caso del área lacustre, se estableció la 6ª comisaría de Villarrica con asiento en la ciudad de Loncoche la que a su vez contemplaba las tenencias de Pucón y Villarrica con los retenes Chanlefu, La Paz, Pinchafil, Llafenco, Curarrehue, Puesco y Huiscapi[5].

En cuanto al ámbito educacional, se amplió la cobertura escolar en la Provincia de Cautín, la cual se organizó por medio de la Inspección Provincial con sede administrativa en Temuco, dependiente de ésta entre otras se encuentra la Inspección Local de Pitrufquén y Villarrica, con sede en Pitrufquén. En el año 1947 se señala un funcionamiento de escuelas primarias de 690, las que para el caso de Villarrica correspondía a un total de 23 escuelas[6].

Una visión económica

Diversos estudios han señalado la evolución económica de la Frontera siendo indiscutible su adaptación a los modelos de desarrollo económico implementados por el estado chileno. Haciendo un poco de historia, desde su incorporación la Araucanía se caracterizó por el trigo, las maderas y ganadería como primeras actividades económicas[7]

Adquiere vital importancia en la exportación de las materias primas el ferrocarril el cual llega a Temuco en 1893 partiendo de un eje longitudinal que incluía Renaico, Los Sauces, Traiguen y Ercilla (sector caracterizado por la exportación del trigo) lo cual permitió posteriormente la conexión con Freire hacia 1898. Para el área en estudio, la interconexión por medio de ramales se dio entre 1928 y 1934, desde Loncoche al ramal alimentador de maderas que vendría desde Villarrica. La importancia del ferrocarril en la zona es que contribuyó a la incorporación a la economía nacional de unos tres millones de terrenos boscosos y semi despejados, dentro de los cuales algunos cientos de miles de notable aptitud agrícola, pecuaria o forestal[8]

No obstante las crisis económicas y la decadencia del ferrocarril, la región continúa a mediados del siglo XX con una importante producción agrícola y forestal. Así, es posible señalar que la utilización del suelo siguió una línea de continuidad respecto del siglo XIX. Al respecto, las cifras indican para la Provincia de Cautín: Terreno agrícola (67,44%), Terreno Forestal (16,20%) y Terreno Estéril (16,36%)[9].

Respecto al sector agrícola, en la región ha existido a través de los años una evolución en su superficie, así encontramos que para el año 1920 esta correspondía a 1.595.254 has (8,5% Nacional), para el año 1930 1.295.468 has (4,7% nacional) y en 1935-36 2.311.946 has (9,2% nacional). La variación porcentual de los años 30 está condicionada por la crisis económica internacional que limitó las exportaciones y obligó al país a adaptar un modelo de sustitución de importaciones o crecimiento hacia adentro[10],

Según fuentes estadísticas del censo agropecuario la comuna de Villarrica contemplaba una superficie para la producción triguera de 2.974has con una cosecha de 31.536qqmm y Pucón 1.487 has con una cosecha de 15.767qqmm para el año 1930, situación que varío hacia 1935 pues la superficie se amplio en el primer caso a 4.467 has con una producción de 40.316qqmm y para el segundo con una superficie de 2.233 has y una cosecha de 20.158 qqmm[11].

El sector ganadero tampoco ha estado ausente, así, a comienzos del siglo la mayor cantidad de cabezas de ganado se encontraba presente en la provincia de Malleco siendo la producción bovina aquella de mayor importancia con 162.736 cabezas para el año 1906 de un total de 305.470 cabezas de ganado. Sin embargo, se produce un cambio para la década del 30 en la provincia de Cautín, la cual acrecienta su cantidad en relación a la provincia de Malleco siendo su mayor producción la ganadería Bovina con 356.476 cabezas en relación al 1.182.680 cabezas de su producción total, a diferencia de la Provincia de Malleco que sólo logró para ese año una producción de 335.500 cabezas de ganado. Lo anterior, se explica en la especialización regional y sectorial y en las ventajas comparativas de la provincia de malleco en cuanto a extensión de superficie y natural progreso[12].

El área forestal también es importante en el desarrollo regional, ya que la explotación del bosque nativo se ha reemplazado por la introducción de elementos exóticos como el pino, que entre sus características se encuentra un gran desarrollo y un rápido crecimiento sin obviar sus efectos negativos en los suelos y medio ambiente. Para los años 1930 a 1935 el bosque nativo disminuyo en un 14, 3% y la tasa de deforestación fue de 14.500 has/año. Para el año 1947 la provincia de Cautín contemplaba 1.737.000 has, las que en el plano forestal se distribuía de la siguiente manera:

Bosques[13]

Artificiales en explotación

1.500 has

Artificiales en formación

19.000has

Naturales

253.000has

Total superficie de Bosques

274.000has

Superficie estéril

284.207has

Respecto a la producción maderera se estimó para ese año una producción de 9.963.077 pulgadas. Dato importante a señalar, es que según el censo de 1935 en la región existían 258 aserraderos, de los cuales 87 se encontraban en Temuco y 47 en Villarrica, los que en conjunto sumaban el 54% del total regional[14]

Las áreas anteriormente enunciadas, no tendrían su magnitud sin la planificación del estado organizando la producción agrícola a través del plan agrario en el cual se establecía los lineamientos del desarrollo agropecuario del país y de la región estableciendo un ascenso constante de la producción a ritmos modernos. Esta planificación no excluyó el tema indígena y su condición económica "deplorable" para lo cual el estado en su misión "civilizadora" debía adquirir tierras "aptas para la colonización con indígenas" a fin de permutarlas con las pequeñas hijuelas que se adjudicaría en la división de las comunidades. Además, planteaba la idea de un trabajo indígena por medio de cooperativas sustentado en la enseñanza agrícola y la entrega de becas en escuelas agrícolas e industriales. Por lo visto, la modernización económica no excluía al "indio" ya que en memorias de la Sofo se decía: "hay que aprovechar al indígena en su verdadero valor, quitándole el carácter parasitario, convirtiéndole en un factor de progreso, y haciendo que una parte importante del suelo agrícola del país se incorpore al rol que le corresponde como factor productor de alimentos"[15]

Vinculado a lo anterior, el estado organizó la producción agrícola en la zona por medio de diversos organismos como la Caja de Crédito Agrario basado en la idea del crédito hipotecario. Esta se creó en 1927 y para el caso de la región la oficina principal residía en Temuco y sus respectivas inspectorías en Victoria y Loncoche tratando de adecuarse al ciclo de producción de la agricultura en donde los interesados pudieran tener garantías sin perder sus bienes.

No hay que desconocer el papel de la Corporación de Fomento de la Producción (CORFO) en el desarrollo agrícola, por cuanto incentivó la mecanización de las faenas de producción en los campos. Para ello, brindó apoyo a los agricultores por medio del servicio de equipos agrícolas mecanizados para dar rapidez a las faenas, aumentando así la superficie cultivable cuyo trabajo sería cancelado por hectárea trabajada. Este sistema funcionó a partir de 1946 cubriendo alrededor de 80.000 hectáreas. Entre sus beneficios se cuenta además la introducción de nuevas maquinarias y la capacitación a funcionarios para la utilización de las mismas[16].

Entre los aportes de la CORFO se encuentra también el incentivo para la creación del Consorcio Nacional de Productores de la Madera, creado en 1941, que tenía como objetivos fomentar la producción, dar créditos a sus asociados y establecer métodos eficaces para la producción.

De acuerdo a lo anterior, no hay que desconocer el papel de la CORFO en la economía del país a mediados de siglo, pues incentivó el modelo de industrialización y la modernización del agro. Así, en 1950 con una clara idea de potenciar la economía del país en base a los recursos naturales locales ideó un modelo de planificación regional que contemplaba 6 áreas naturales teniendo en consideración las condiciones propias del paisaje y la distribución geográfica de la población. Para el caso en cuestión la Araucanía actual conformo la 4ª región denominada Concepción y la Frontera que incluía Concepción, Biobio, Arauco, Malleco y Cautín[17]. Aplicado este modelo, con el tiempo no prosperó por cuanto no considero un estudio exhaustivo que permitiera el reconocimiento de comunas a una u otra región natural, además lo extenso de la superficie regional no permitió una adecuada planificación acentuando la centralización y la concentración de las actividades de desarrollo y gobierno.

La sociedad mapuche en la Precordillera de Cautín y Valdivia (siglo XX)

A mediados de enero del año 1907, en el pequeño valle de Coz coz enclavado en pleno escenario cordillerano comienza a vivirse la agitación de lo que serán largas jornadas de deliberación mapuche. El lonko Curipan Treulen ha mandado a sus werken con la misión de invitar a todos los lonkos hasta donde alcancen sus caballos a 15 días de ida y vuelta. Desde 100 kilómetros a la redonda llegan las embajadas provenientes de Villarrica, Pucón Lanco, Ranco, Ruca Choroi.

El día escogido, 18 de enero, los diferentes witran mapu hacen aparición en los prados de Koz koz. Lonko, sargentos, capitanes, kona, kalfümalen y mujeres están vestidos para ocasión tan celebre, los aperos de plata de sus caballos así lo demuestran. Reina una agitación especial que se relaciona al reencontrarse luego de muchos años, al menos desde que el Estado paró las acciones emprendidas en la cordillera propias de la conquista militar, que en Chile llamaron "ocupación" y en la Argentina, "conquista del desierto".

Lo que motiva el fütra trawün (gran junta) es su reacción frente a las atrocidades que los particulares winka llevan a cabo para efectos de adquirir lo que no les pertenece: la tierra mapuche. Este proceso de usurpación adquirió ribetes de dramatismo en la zona precordillerana estampándose en las páginas de la infamia, el nombre de verdaderos ladrones y asesinos que quedaron impunes de sus crímenes y cuyos descendientes hoy, muestran orgullosos sus títulos frente a la memoria mapuche que dice que esas tierras siempre fueron de ellos.

El contexto histórico de este gran parlamento de Koz koz, a pesar que los mecanismos de decisión usados por los mapuche y los ritos que lo acompañan que sugieren su completa libertad, es el de una sociedad prisionera de un estado que busca por esos años distribuir el patrimonio arrebatado a los indígenas. Para algunos el Estado trata de hacer lo imposible por quedar bien con Dios y el Diablo, es decir, introduciendo colonos, cediendo título a particulares y salvaguardando la propiedad indígenas con ciertas prohibiciones de enajenación, sin embargo para los mapuche está claro que una gran ley del embudo pesa sobre ellos, pues si bien guardan un respeto casi religioso al gobierno, especialmente en las facultades que tiene para intervenir a favor de su situación, el resto del sistema: jueces de subdelegación, gobernadores, policía (gendarmes ), etc, se prestan a las más espantosa expoliación del patrimonio indígena.

A continuación veremos parte de este drama resumido en la zona correspondiente a la precordillera de la IX y X regiones. La intención es demostrar a través de la pérdida de la tierra, la violencia o las transformaciones propias del sistema socio cultural y político económico mapuche, como fue operando el surgimiento de una situación colonial interna. Desde esta perspectiva es que interesa ver como la confrontación étnica se da a través de sistemas que se expanden y otros que se contraen, que entran a actuar en una relación desigual que tendrá como gran partera, las condiciones de existencia material que para unos significa su pauperización (los Mapuche) y para otros su acumulación y enriquecimiento (el Estado-Nación).

Sin embargo, otro agravante poderoso que acompaña a la pauperización material, será el aspecto de la gobernabilidad. La institucionalidad mapuche se verá constreñida a sus ámbitos de emplazamiento espacial, la reducción, cediendo compulsivamente su otrora espacio territorial al control y manejo que harán otros agentes, por ejemplo a través de su ocupación para vivienda agricultura, ganadería, explotación forestal, minera o acuícola. Todas las cuales irán provocando una presión sobre las reducciones, especialmente cuando estas poseen los recursos que los otros necesitan. Los mapuche no conocerán la paz, su suelo, su espacio, su territorio, se convertirá en una zona telúrica que demostrará más esta condición cuando sus capacidades de resistencia y ofensiva les hagan posicionarse de un papel en la historia del siglo XX que los convertirá en sujetos de ofensiva, especialmente cuando el movimiento mapuche entra en sintonía con políticas de Estado, como la reforma agraria o ahora último con un fondo para la compra de tierras.

I) La comunidad socio-cultural y económica

Continuidad y discontinuidad cultural. Un primera idea que hay que expresar aquí es que el impacto de la guerra y la derrota crea condiciones nunca antes vivida por la sociedad mapuche, existe un reordenamiento territorial que culmina con la conformación de reducciones que dejaron en promedio 6,5 hectáreas por persona. Para el área de estudio, la zona precordillerana de Villarrica Pucón, Curarrehue, Panguipulli, esta es más elevada que el promedio (10 has aproximadamente), sin embargo, el proceso que interesa destacar es el mismo, es decir, el control cultural (Bonfil) sobre los procesos internos se vio alterado por el condicionamiento espacial que se empezó a vivir a través de la radicación.

Radicación Mapuche en la precordillera

Provincia

Nº de títulos de merced

Superficie hectáreas

Personas

Promedio hás/persona

Villarrica

147

24.956,28

2.184

11,43

Pucón

15

10.326

698

14,79

Curarrehue

16

6.006

492

12,21

Melipeuco

28

5.806,60

621

9,35

Cunco

28

7.531, 30

1.144

6,58

Panguipulli

202

38.926,62

 

 

El estudio en terreno desarrollado por M. Inez Hilger hacia los años 1946/47 en el área de Panguipulli y Coñaripe, demuestra que si bien muchos aspectos se relacionan a un patrón propio de convivencia mapuche otros simplemente van siendo desplazados. La institución del liderazgo mapuche (lonko) se verá discontinuada, estos no volverán a tener la preponderancia en su interlocución intra societal e intersocietal, ahora estos quedan bajo los dictámenes de las autoridades chilenas que van poco a poco afianzando su dominio, primeramente militar y luego político-jurídicamente. Son las autoridades chilenas quienes deben confirmar en su rol a los lonko de las reducciones. Estos a su vez no tienen ingerencia en materias de justicia, cuestión que los caracterizó en el tiempo, pues quienes litigan al interior de la comunidad, buscan solución con las autoridades instituidas en organismos especiales como los juzgados de indios.

el gobierno chileno ha tomado responsabilidades en cuanto a la aplicación de las leyes y los caciques ,se han desligado de tales labores. El país Araucano, así como todas las otras partes de Chile, tiene asignados policía chilena residente, los carabineros. A ellos se debe reportar todo tipo de ofensas tales como robos, destrucción de propiedades ajenas o heridas recibidas durante alguna riña, así como también violación a la ley, tales como mantener en mal estado o sin reparar los cercos, y por lo . tanto permitir .que los animales dañen los sembrados; o por no construir portones adecuados para encausar los senderos. Ellos ven las evidencias, escuchan lo sucedido y dan órdenes. Si sus esfuerzos son infructuosos, envían un informe a las autoridades de gobierno, la que muy pronto se hace presente en el lugar, luego el caso se tratará en las cortes chilenas de justicia para indios (juzgado de indios). Tales cortes fueron establecidas hace muy pocos años en los pueblos de Victoria, Temuco, Nueva Imperial Pitrufquen y Valdivia.

También comienzan a cambiar determinadas costumbres, como la de nombrar singularmente a los hijos, pues se presta para confusiones en el nuevo sistemas de herencia de los patrimonios del padre, por lo que se fija el apellido en la descendencia. El sistema de propiedad de la tierra que impone el código civil chileno, hace a las mujeres ser beneficiaria de estos derechos al interior de una comunidad, cuestión que antiguamente no se consideraba al irse esta a vivir a la localidad de su marido.

Actividades propias de la agricultura especialmente la roza y quema de rastrojos necesitaran de la autorización de la oficina forestal de Valdivia, instancia encargada de regular esta práctica por la cantidad de incendios que se desprenden de ella y que afectan a un patrimonio, el bosque, sobre el cual están -en esa época- puestos los intereses públicos (estatales) como privados. Cuestión que se vuelve una dificultad para la agricultura y para quienes tiene que desplazarse hasta la capital provincial y luego esperar que llegue el tiempo de la autorización que no necesariamente calza con las lunas (menguante y creciente) que determinan el ciclo agrícola entre los mapuche precordilleranos.

La conformación de mercados oficiales y marginales. Como vimos, los mapuche en su periodo de independencia político-territorial crearon importante flujos de comercio entre ellos y con el mundo winka fronterizo, una vez que los Estados se hacen de sus territorios, establecerán también su predominio sobre aquellos bienes de capital más cotizados y de fácil enriquecimiento. Uno de estos procesos de descapitalización fue la pérdida de la ganadería, posteriormente la tierra y asociada a ella de manera especial en los territorios cordilleranos, las masas de bosques nativos codiciados por su madera desde muy tempranamente.

La inserción de los mapuche a un mercado capitalista estado-nacional no fue posible, en la misma medida que las fuerzas rectoras de este mercado bloquearon toda posibilidad de legalizar y regular los circuitos económicos que sin pretender una acumulación de capital, crearon una red de conexión entre el campo y las emergentes ciudades de las fronteras. Muchos de los productos transados eran de primera necesidad, como los energéticos: leña y también los de tipo alimenticio: chacras, hortalizas, harina, etc.

En la misma medida que los sectores económicamente poderosos se hacen del capital principal, la tierra y logran crear y sostener ritmos sustentables de producción, se irán cerrando todos los espacios de una economía "informal" pero funcional a los sectores urbanos populares y de trabajadores.

Las comunidades hacia fines de la primera mitad de siglo comercian directamente o con intermediarios productos de manufactura como ponchos, frazadas, manteles (usados como alfombras o cubre muebles), choapinos y ganado en pie, particularmente ovejas, pero también vacunos, caballos (muy buscados por los chilenos), pollos y huevos. Se proporcionan las faltas, o artículos de consumo que no pueden producir mediante el intercambio entre ellos (trafkintu) o utilizando el dinero con los comerciantes chilenos. Entre estos artículos se encuentran cinturones, ropas, sombreros y zapatos, así como herramientas, platos, teteras; algunos alimentos de origen comercial, azúcar y ocasionalmente trigo o harina. "Incluso los pobres deben vender sus productos para comprar otros". La chicha, bebida utilizada para las fiestas es comprada a los chilenos (Hilger).

Hacia la mitad de la década del cuarenta las necesidades y carencias de la economía mapuche que se hacen sentir en los meses posteriores al invierno, cuando ya no quedan productos almacenados, se suplen de múltiples maneras como haciendo leña para venderla, vemos que incluso algunas de las actividades devienen en el servicio doméstico y otras se relacionan con mercados mundiales, de tipo exclusivos, como registra Hilger a través de los testimonios de Mapuche precordilleranos.

"Una mujer de Panguipulli dijo con determinación, "no haré mas choapinos. Ocupa mucha lana hacer uno; por lo tanto, su precio es más alto y así nadie quiere comprarlos. Un poncho se puede hacer rápidamente, y las personas no tienen problema en pagar el precio que tienen. Es por eso que yo hago ponchos" .En todas las áreas, las mujeres jóvenes ayudan con el presupuesto familiar trabajando como empleadas domésticas para los chilenos. Los hombres ocasionalmente trabajan por la temporada en otras cosechas. A veces obtienen dinero vendiendo pieles de zorrillo a los chilenos. Muchas veces el dinero proviene de la hipoteca de animales como los bueyes, otros vacunos o tierra, siendo preferentemente los vacunos. En Alepué, las tierras y los bueyes eran hipotecados a una institución conocida como Caja de Ahorro, ubicada en San José de la Mariquina y Valdivia. También dejaban en prenda artículos con particulares. Periódicamente vienen funcionarios de los bancos y marcan los cachos de los vacunos que están hipotecados. La mayoría de las veces los préstamos en dinero son solicitados de común acuerdo entre Araucanos y luego se pagará con trigo si el dinero no es devuelto. Un hombre de 39 años de edad, contaba que el hermano de su abuelo y su abuelo, habían estado cinco años en Argentina juntando dinero a través de la caza del Ñandú, para obtener sus enormes plumas que eran vendidas a muy buen precio dada la demanda que tenían en Europa".

II) La constitución de las reducciones

Violencia y despojo. Cuando aún no se borraban de la memoria las imágenes desgarradoras de la guerra y de sus sobreviviente, y cuando aún el relato de orilla de fogón no dejaba de nombrar por su nombre a los criminales y a los traidores, la ira desesperación y frustración fue dando espacio a una nueva formulación en los derrotados, la idea que el gobierno efectivamente sería un padre protector para los mapuche. Muy poco duró esta impresión pues al poco andar, los militares se replegaron a los nuevos regimientos de destino y el espacio conquistado quedo bajo control de las autoridades políticas.

El periodo bisagra entre los dos siglos se acompañó de una inusitada violencia. Esta vez hordas de facinerosos y especuladores comenzaron a hacer su aparición por los campos. En la zona precordillerana hay nombres famosos que hasta nuestros días hacen sentido en quienes no olvidan la historia como Angelmayer, Fritz y Mera, los mismos que como poderosos factores influyeron en la realización de uno de los trawün mas grandes y recordados de esos territorios, realizado en el valle de Koz Koz el año de 1907.

Peñi cacique (hermanos caciques) Hemos querido mi padre y yo que haya en Coz-Coz una junta grande, para que vinieran los caciques a parlamentar, porque hace mucho tiempo que no se hablan ellos de lo que les pasa en sus reducciones con los "huincas" que nos quieren quitar la tierra que ha sido siempre de nosotros. Ei!!, Ei!! (Responden todos en un grito largo). Bueno; entonces mi padre me dijo: manda a los mocetones que vayan a todas las reducciones que puedan alcanzar en quince días de ida y vuelta y que les digan a los caciques que vengan a Coz-Coz a parlamentar, para que sepan todos los mapuches lo que les pasa a sus hermanos y vean ellos lo que harán, para que todos nos amparemos Ei!!. Aquí en Coz-Coz Joaquín Mera le ha quitado la tierra a tres hijas de la Nieves Aiñamco, después que la mató. El juez lo soltó después que lo tuvo preso; entonces Mera vino a quemarle la casa a la Antonia Vera, hija de la Nieves. El gobierno no hace justicia a los indios, porque los indios son pobres y así dice Joaquín Mera que él hace lo que quiere porque tiene plata. Ei!!. (Varios caciques hablan a la vez afirmando la veracidad de lo dicho por el orador). Mi padre ha tenido que recoger a la Antonia Vera, que era antes la mayor de Pinco, porque ahora Joaquín Mera se ha agarrado todo el fundo. El gobierno no puede tener ley para que Mera haga esto. Bueno; entonces los caciques ancianos que han venido a parlamentar digan que haremos para que el Gobierno ampare a los mapuches y podamos estar tranquilos en la tierra que es nuestra. Los mapuches más alentados digan también qué haremos para que no se rían de nosotros. Ei!!

La situación en la zona de Panguipulli y alrededores es francamente insoportable, pero qué sitio del otrora territorio mapuche desde ese momento no lo es. Si no son los particulares, son los gringos, sino los carrilanos, sino los comerciantes, sino el tinterillo, sino los cuatreros. Uno de los acuerdos del parlamento de Koz Koz fue elegir un cabeza o autoridad principal entre esos mapuche para realizar la interlocución con el gobierno, cargo que recayó en Juan Katriel Raín, lonko principal de Trailafken, lo segundo fue presentar un memorial a las autoridades del gobierno de Pedro Montt para que tomaran cartas en el asunto y a la vez enderezaran a quienes debían ser imparciales en su proceder: como los jueces y las autoridades civiles. En este memorial se establecen cuatro tipo de procedimientos comunes usados contra los mapuche, el primero de ellos es el engaño, le siguen los robos de terrenos y animales, el tercero se refiere a flagelaciones y, por último, los asesinatos. El periodista que realizó la crónica del parlamento nos dejó una interesante impresión

Nosotros llamaríamos ladrones a todos los «españoles» que se han establecido en aquellos campos de Panguipulli, Purulón,Trailafquén y Villarrica, haciendo una excepción de uno por mil. Al leer esto, muchas personas nos tacharán de exagerados, de ridículamente exagerados. para responder a ese calificativo que nos desconceptúa ante el público, propondríamos que se nos señalara un par de propietarios de esa región que no haya robado a los indios animales o terrenos. Estamos seguros que si se planteara seriamente esta cuestión, todos los «españoles» habitantes de esa zona se excusarían de dar a conocer sus títulos de propiedad de los terrenos que ocupan y no quedaría uno sólo que pudiera decir que no tiene o ha tenido cuestiones con los indios, por pérdida de animales. Pero, conociendo las leyes de nuestro país y sobre todo recordando lo que se ha dicho del Código de Procedimiento Penal, no podemos aventurarnos a eso, sin temor de que se nos llame calumniadores. Por lo demás el presente folleto indicará al público si la persona que lo ha escrito estará convencida de lo que dice. El robo a los indios es una profesión como cualquiera otra, con el aditamento de que es productiva y sin peligros.

Condicionamiento de existencia: economía de subsistencia. Uno de los objetivos de la expoliación económica que se realizará sistemáticamente contra los mapuche de la precordillera de Cautín y Valdivia, será traspasar sus bienes y capitales a los particulares y empresas que se desplegaban en todo el sector tras fines ganaderos y madereros. La instalación de la sociedad ganadera San Martín en la zona del lago Panguipulli fue patético, una vez puesto el vapor O´higgins en funcionamientos en las aguas de este lago, el siguiente paso fue destruir todos los wampo (canoas) que la población mapuche usaba echándolos a pique, partiéndolos a hachazos o quemándolos. No trepidaron en eliminar a quienes insistieron en conservar sus embarcaciones como en el caso del alevoso crimen del lonko Mariano Millanguir y su hijo Manuel, proceso se sobresello por falta de datos. La meta era clara, por un lado provocar la dependencia de estos a sus servicios y, la otra, incomunicarlos de llegar a los lugares donde estampar las respectivas denuncias. No trepidaron en establecer cercos y correr los pertenecientes a propietarios mapuche haciéndose de los fundos que mantenían las comunidades.

Así se fue construyendo un tipo de propiedad que constreñirá a los mapuche en esquemas de subsistencia que si bien están bajo su control no guardan relación fidedigna con su pasado independiente. Ahora no se dispone de la tierra de otrora, a lo que hay que agregar la radicación en tierras que no guardan relación con el uso exacto que le da el mapuche. Uno de estos casos lo podemos evidenciar hacia la década del cuarenta en la zona de Coñaripe, donde la presión sobre el suelo lleva a mucho comuneros a hacer uso de las reservas en común que guarda cada comunidad, y que para esa fecha se están ocupando no en labores de pastoreo, sino en agricultura, esta vez de altura. Esto generaba una situación irregular del punto de vista legal, pues las tierras que son de uso (propiedad) común no están registrados y el mapuche -en esa fecha- entiende que les corresponden por derecho de antigüedad.

"Muchas tierras del área Coñaripe, que incluye también el área conocida como lliuco, no han sido aún asignadas. Aún pertenecen a la comunidad. Aún tenemos algo así como 5000 hectáreas (12000 acres) que están arriba en las montañas. Los chilenos le llaman a la tierra comunitaria comuna; el Mapuche le llama Kiñe Mapu. Los padres de familia ni siquiera saben cuanto debería corresponderles a cada uno de ellos. Cualquiera del área tiene el derecho a limpiar una parte del terreno siempre que no esté empezando a ser limpiado. Esto es, por ejemplo, mi vecino no puede empezar a limpiar si yo ya he comenzado antes, ni tampoco puedo yo empezar a limpiar cerca de donde él lo está haciendo. Esto es así para que las personas no agreguen más tierra a sus hogares. Una vez que la tierra está limpia y cultivada, todos sabemos a quien pertenece, y su propiedad queda registrada en la carta del cacique. Todos cultivamos siempre la misma tierra, pero no cada pieza de la misma tierra todos los años. Antes de contraer matrimonio, yo vivía al otro lado en la otra ribera del río con mi hermano, y limpié un pedazo de terreno allí, por lo tanto esa tierra me pertenece ahora. El padre de mi esposa le dio a ella un pedazo de su tierra. Mi esposa posee la tierra por derecho de radicación (una expresión usada por chilenos para referirse a un derecho por lugar de nacimiento, habitat, o derechos ancestrales de propiedad), y yo tengo mi terreno al otro lado del río; por el mismo tipo de derecho que ella y también porque yo lo limpie (uno de los derechos es chileno, el otro, es uno Araucano). La radicación fue recientemente aplicada a los Araucanos; y da el derecho a una mujer a poseer tierras. Fue introducido cuando yo tenía alrededor de unos cinco años de edad (aproximadamente 1901). Antiguamente sólo los hombres heredaban la tierra; en aquellos días, cuando un hombre se casaba, él y su esposa vivían con los padres del novio, hasta que éste escogiera un pedazo de terreno, o su padre se la ofreciera, o que el mismo limpiara un pedazo por su cuenta y luego lo reclamará". Hoy actualmente, de acuerdo a la ley chilena, tanto hombres como mujeres heredan tierra. De acuerdo a esto, el propietario de la tierra debe registrarla oficialmente en las oficinas chilenas. "la nuestra no está registrada. No la mía ni la de mi esposa" dijo el informante de Coñaripe. "Pero tenemos el derecho de usar esta área, como ya dije, y nadie puede quitarnos este derecho -nosotros nacimos aquí- todos los mapuches que tengan estas tierras están registrados con el cacique, pero no con las autoridades chilenas (...) ningún extraño puede venir acá y tomarse la tierra. Ni mapuche ni chileno. Los extraños sólo pueden cultivar la tierra si es que alguien les deja ahí podrán tener sus siembras, de cuyas ganancias deberán ser pagadas (la mitad) a quien sea el dueño real del terreno.

La economía mapuche se estructura a través de una agricultura esencialmente triguera, cuyas unidades de explotación se identifican bajo el nombre de Dáreas. Su extensión obedece a lo que un hombre es capaz de cortar en un día de trabajo. La práctica agrícola con el paso de las décadas se va ajustando a los adelantos técnicos, especialmente a lo que dice relación con el arado de metal y la utilización de la hechona y en sectores como Coñaripe, se comienzan a utilizar tempranamente maquinas cosecheras de propiedad de chilenos que se pagan con parte de la producción o bien con dinero cuando lo hay. Las prácticas comunitarias existen en la fase de la cosecha con la trilla a caballo, pues si alguien necesita ayuda (kelluwün) durante el proceso de siembra o preparación del terreno recibe lo que necesita, apoyo en la siembra, semilla, instrumentos. También se incorporan fruto de la ausencia de capitales de inversión (tierra, herramientas, etc) tratos bajo la figura de mediería, poniendo la semilla y/o el trabajo y por otro lado la tierra.

De estas actividades todo el mundo participa, la división del trabajo, en sus diferentes etapas, incorpora a todos los miembros de la familia. Los niños cuidan ciertos productos o espacios de la huerta y que los pájaros no se coman las semillas. Las mujeres se dividen los tipos de siembras que se hacen en la huerta. Lo mismo sucede con los animales, todos tienen dueños, lo pollos, gansos, los perros y los gatos, los vacunos y los caballares y por supuesto las ovejas, que los niños se encargan de sacar por la mañanas (antes del colegio) y de entrar por las tardes. Estos son durante todo el siglo veinte, el capital con que cuentan los comuneros mapuche, para sortear los imprevistos de una economía cuyo contexto político jurídico los está constantemente amenazando.

La primera mitad del siglo XX si bien comenzó con una asonada sobre la tierra mapuche, como fue la radicación, creando las condiciones de subsistencia, hacia la década del cuarenta se hacía venir otros proceso semejante, esta vez la división de la propiedad. Por esos años reflexionaba uno de los padres de la mapuchología, Alejandro Lipschutz, sobre las posibilidades de fracaso de este tipo de intentos, por no lograr lo que buscaban, aclarar la propiedad y hacer sujetos económicos. Para él un sistema mixto con decisión de los propios mapuche (más que imponerles) hubiera sido el indicado, pero veremos que esto seguirá teniendo la misma tónica colonia: supresión de formas propias e imposición de esquemas ajenos.

III) Las comunidades como sujeto político-económico: el movimiento mapuche

La disyuntiva por la división de la tierra. El proceso de constitución de la propiedad indígena, cuya meta el Estado no la cumplió de acuerdo a lo establecido desde un comienzo con la ley del año 1866 (que decía que esta se debía hacer y terminar para en el sobrante, considerado propiedad fiscal, se colonizara con nacionales y extranjeros y se enajenara el resto de acuerdo a los preceptos jurídicos vigentes) se verá completamente burlada, por quienes a la mala tomaban posesión de los territorios indígenas y ensanchaban sus posesiones sin misericordia de las reducciones que encontraran a su paso.

Las primeras organizaciones supra locales del pueblo Mapuche de inicio del siglo XX, comprendieron que la exigencia básica a enarbolar frente al Estado era apurar la radicación de todos los mapuche, lo segundo suprimir el pago de las contribuciones. Lo tercero se relacionó con la ampliación de la cabida de tierras (considerando las de propiedad fiscal) y la restitución de aquellas tomadas indebidamente por los particulares y colonos. Desde la década del treinta la presión demográfica sobre las escuálidas tierras revienta, mandando a una parte de los comuneros a un proceso de diáspora económica secular, que aún no para como, y confrontando a quienes aún vivían en las reducciones por los lindes que a cada cual le correspondían.

Los mapuche -como vimos anteriormente- saben que es lo que les conviene o como se puede administrar su situación, manteniendo un pie en la legalidad chilena (vía radicación) y otro en su propia legalidad (de hecho), sin embargo en el espíritu del legislador, estos razonamientos no operan, sólo la imposición de una sola lógica, la del mercado. Se trata de liberar tierras para incorporarlas a la producción nacional, de ahí que el tema indígena en Chile en lo que va corrido del siglo XX se centre en la discusión decimonónica de si estas tierras deben gozar de un proteccionismo especial, o bien adquirir el carácter de cualquier propiedad con el sello liberal (privada e individual) que conlleva.

En la zona Williche, especialmente entre Ranco y Chiloé, los mapuche a través del manifiesto del año 1935, vuelven a reivindicar el tratado de las canoas del año 1793 y los títulos de comisario que extendió el Estado una vez república (década del veinte del siglo XIX) que obviamente reconocían y dejaban en su poder más tierra de lo que estaba dejando la radicación. Por su parte entre los años 1908 al 1920 este proceso había extendido su manto legal sobre las comunidades Williche de la provincia del Valdivia y de Cautín. Desde inicios de los años cuarenta se venía otra arremetida del legislador: la división de los títulos de merced o la liquidación de la comunidades.

Esta presión fue lo suficientemente grande como para que en el área de Villarrica-Pucón-Curarrewe empezara a operar muy tempranamente, en la primera de estas comunas se dividió la mitad de ellas entre los años 1932-1950 a razón de casi cinco comunidades por año. Los niveles de organización quizás no fueron los suficientes para contener la arremetida de los sectores, ganaderos, turísticos y madereros que por esos años se disputaban los capitales en el área. De manera increíble, por la corta distancia que media entre ambos, es la situación de Panguipulli, donde salvo una situación, la del año 1847, no se da ninguna otra división, hasta que en masa y en su totalidad serán divididas bajo la dictadura militar. Por lo visto aquí juegan factores de organización temprana y experiencias de resistencia mucho más efectiva.

La opinión mapuche se dividirá frente al tema de la subdivisión o división de la comunidad. Uno de los cabecillas que estuvo a favor de los impulsos estatales, Antonio Chihuailaf, provenía del área precordillerana de Cunco (kechurewe), donde creo y lideró la organización Moderna Araucanía. La perspectiva de esta organización y de su líder era el evidente drama que se producía al interior de las comunidades indígenas al no contar con lindes que permitieran asegurar a unos lo mínimo para subsistir, sin entrar en disputas fratricidas con los vecinos. Aducían que el proteccionismo jurídico hacia la comunidad (in enajenable) impedía la posibilidad de integración, social y económicos, esto último al no poder acceder a beneficios como créditos para el despegue económico. Esta organización junto a muchas otras, de tipo urbana y rural, crearon el Frente Único Araucano en 1939 y durante su existencia en la década del cuarenta apoyaron al Frente Polular.

En la vereda opuesta estaba la Corporación Araucana, cuyo líder, Venancio Coñuepán, llego a ser elegido diputado dos veces seguida entre los años 1945 y 1949. Su postura fue la oposición a la división de tierras, por ser la comunidad la manera en que los mapuche asumían su existencia tradicional. Por lo mismo es que abogaron por reconocerla como una entidad de derecho, cuya reivindicación era la devolución de los terrenos usurpados y la ampliación de la cabida de tierras. Como vemos el drama que se vivía al interior de las comunidades se expresaba a través de las organizaciones de representación nacional con que contaban los mapuche a mitad de siglo. Sin embargo la dirección de la política indígena seguía una sola línea, la división. El siguiente cuadro nos puede graficar los impactos de esta en la zona precordillerana.

Títulos de merced y división de comunidades en la precordillera

COMUNAS

T.M

Año Rad

SUP. RAD

Pobl. Rad

Pobl. Actual

SUP.DIV

 

4169

Nº HIJ

Año div

4802

Nº HIJ

Año div

4111

Nº HIJ

Año div

14511 NºHIJ

Año div

17729 Nº HIJ

Año div

T.M DIV

Panguipulli

202

1908/22

38.926,62

3.197

24.452,17

 

 

1

1947

 

172

173

Pucon

16

1908/24

10.440

710

2.359

11.556,86

 

1

1930

8

1933/42

 

7

1982/89

16

Villarrica

146

1909/21

25.571,37

2.177

4.862

24.846,8

1

1928

 

72

1932/50

 

68

1979/90

141

Curarehue

 

16

1908/16

6.006

492

1.865

7.156,78

1

1929

 

5

1933/48

 

10

1980/86

16

 

La Reforma agraria (1962-1973).

En la década del sesenta se abre un nuevo escenario para las comunidades, esta vez tiene que ver con un proceso de carácter nacional destinado a transformar las estructuras del agro en Chile, fue la reforma agraria. Esta no se inspiró en la solución a la reivindicación de tierras por parte de los mapuche, pero al poco andar si terminó incluyéndolos por la organización creciente y masiva que adquirió el movimiento mapuche durante toda la década del sesenta, cuya cúspide lo representó confederación de sociedades mapuche en 1969.

La reforma en tiempos del gobierno de Alessandri sólo se limitó a expropiar fundos fiscales, es en el periodo de Frei que está se orienta a liquidar a favor de los campesinos los fundos de particulares a escala nacional, incluyendo a las provincias de Cautín y de Valdivia. En ese contexto las organizaciones mapuche comienzan a señalar a la opinión pública la preocupación que esta les crea al ser beneficiarios de ellas los inquilinos, pues el propósito del Estado es establecer un campesinado integrado al mercado nacional.

Mucha de la tierra que estaba terminando en parcelas eran tierras reivindicadas por las comunidades y estas no aparecían identificadas sino como parte de un conglomerado -el campesinado- que no asumía su especificidad. Es durante la última parte del gobierno democratacristiano, pero sobre todo con el gobierno de la unidad popular, que las comunidades despliegan una serie de movilizaciones en escala para comprometer al Estado en su temática específica como indígenas.

Esto derivó en dos hechos, por una parte beneficiarse como campesino y por otros transformar la ley indígena que se había reformado en el tiempo de Alessandri (14.511). Esta última, a la altura de sus tiempos, mandaba retornar la tierra perteneciente al título de merced, dividir la comunidad sólo si total de comuneros lo solicitaba y quizás, la más importante, expropiar tierras en litigio con comunidades. Su clima fue los primeros años del gobierno de Allende, cuando el ministro de agricultura y el de tierras se instalaron en terreno en la provincia de Cautín para profundizar el proceso.

Entre los años que duro la reforma agraria (1962-1973) en las provincias de Malleco y Cautín se expropió una cantidad de 688 predios que correspondieron a 739.245,90 hectáreas, de esta cifra 163 predios (23,69%) con 152.416,48 hectáreas (20,61%) en total se expropiaron a favor de la demanda mapuche, es decir, poco menos de la mitad. Las tierras precordillerranas también fueron alcanzadas por este proceso, las siguientes tablas así lo demuestran

Expropiaciones a favor de mapuche bajo gobierno de Eduardo Frei

Comuna

Predio

Propietario

Expropiación

Asentamiento

Hás

Hrb

Ley

Villarrica

Copihuelpe

Víctor Kunstmann Hube y otros

30-X-69

S/I

1465.3

210

16.640

 

Predios expropiados por la Cora a favor de comunidades mapuche. Enero-agosto de 1972

Comuna

Predio

Propietario

Expropiación

Asentamiento

Hás.

HRB

Villarrica

Fundo el Carmen

Elena Ansorena Lobos

08-01-72

S/I

1.810,4

79,66

Pucon

Llafenco

Fidel Altamirano Novoa

07-04-72

S/i

1.164,5

78,2

 

Predios y superficie total expropiada por convenio Cora-Dasin 25 de agosto de 1972

Comuna

Predio

Propietario

Expropiación

Asentamiento

Hás.

HRB

Pucon

Predio 202 hás. Y predio 13 hás. En Caburga

Luis Guillermo Jara Campos

25-08-72

S/i

211

18,07

Villarrica

Las vertientes antiguo fdo. Las Vertientes y pte. fdo. Coyahue

Soc. Agrícola Las Vertientes Ltda..

25-08-72

S/I

394,6

39,52

 

Predios y superficie total expropiada por la reforma agraria (1962-1973)

Comuna

Predios expropiados

Has

HRB

Pucón

6

8.547,40

472,85

Villarrica

26

19.328,30

1.806,765

 

Predios y superficie total expropiada por la reforma agraria con participación mapuche (1962-1973)

Comuna

Predios expropiados

Has

HRB

Pucón

2

1.375,5

96,27

Villarrica

3

3.670,3

329,2

 

IV) Dictadura militar, contrarreforma y resistencia

El periodo de la dictadura militar que afectó al país entre los años 1973 y 1990, dejó profundas huellas en la sociedad mapuche, esto porque lo conquistado en décadas de lucha y sacrificios, se retrotrajo a cero, si es que lo medimos del punto de vista de los avances que se venían consiguiendo en materia de tierras, también por el desconocimiento y la conculcación de derechos que, a la fecha, tenían mucha sincronía con el contexto regional interamericano. Uno de estos fue el proceso de redistribución de tierras (reforma agraria) impulsado en América Latina durante toda la década del sesenta. Una vez en el poder los militares, el proceso lo reinvierten, y en el caso mapuche, se llegó a la paradójica situación de haberse devuelto a sus antiguos dueños todo lo conquistado hasta 1973 en un porcentaje nada despreciable de casi 70%.

Predios y superficie total revocada, rematada y parcelada después de 1973 en predios mapuche

Revocaciones

Remates

Parcelación

Total expropiación

Nºpredios

Sup/Hás

Nºpredios

Sup/Hás

Nºpredios

Sup/Hás

Sup/Hás

97

98.817,2

3

1.478,2

63

53.240,88

152.416,88

 

Revocación de predios expropiados a favor de mapuches por comuna

Comuna

NºPredios expropiado

NºPredios Revocados

%Predios Revocados

Año de la Expropiación

Superficie Expropiada Hás.

Superficie Devuelta /Hás

% Superficie Devuelta

Pucón

2

2

100%

1972

1.375,5

1.375,5

100%

Villarric

3

1

33%

1972

3.670,3

1.810,4

49%

 

Detalle de predios expropiados a favor de mapuche y devueltos a antiguos dueños o revocada la expropiación

Comuna

Predio

Propietario

Expropiación

Asentamiento

Has

Hrb

 

 

Pucón

Llafenco

Fidel Altamirano Novoa

07/004/72

S/I

1.164,5

78,2

 

Predio 202 hás y predio 13 hás en Caburga

Luis Guillermo Jara Campos

25/08/72

S/I

211

18,07

Villarrica

Fundo el Carmen

Elena Ansorena

08/01/72

S/I

1.810,4

79,66

 

Parcelación de los asentamientos con participación mapuche por comuna

Comuna

Nº de predios parcelados

Año de expropiación

Superficie en hás.

Villarrica

2

1969-1972

1.859,9

 

Parcelación de los predios expropiados a favor de mapuche

Comuna

Predio

Propietario

Expropiación

Asentamiento

Contrarreforma agraria

Has

Hrb

Villarrica

Copihuelpe

Víctor kunstmann Hube y otros

30/10/69

S/I

Los Copihues

1.465,3

210

 

Las Vertientes, Antiguo Fdo.Las Vertientes y Pte.Fdo.Coyahue

Soc.Agric. Las Vertientes Ltda.

25/08/72

S/I

Flor del Bosque

394,6

39,52

 

La dictadura fue ultra liberal en el tema indígena, imponiendo una división (entre 1978 a 1990) que tuvo como propósito, hacer que los sectores más capaces al interior de la comunidad tuvieran la posibilidad de convertirse en actores económicos integrados al mercado, desplazando a quienes potencialmente podían continuar con un modelo de subsistencia (Vergara & Foerster, 2000). La inserción de estos grupos no es pensado en una dimensión de cooperativas como lo fue en periodos pasados, pues la orientación de la agricultura, claramente durante esos años, va en apoyo de los grupos poderosos del agro. Por lo mismo es que no tuvieron límites en reprimir las organizaciones que habían centralizado la opinión e intereses de sectores indígenas (confederación de sociedades mapuche) y del emergente campesinado (federación Ranquil), quienes tuvieron que pagar políticamente con la exclusión y sufrir la violación sistemática de sus derechos humanos con detenidos desaparecidos, ejecutados políticos, exiliados (Morales, 1990).

Ante las intenciones del legislador de dividir, las organizaciones no descansaron en informar a la opinión pública de la época el conflicto que les generaban las nuevas políticas oficiales.

1°. Con aparente buena intención, nos quiere "integrar" al resto del pueblo chileno, haciéndonos desaparecer como indígenas y mapuches. Nosotros queremos integrarnos como personas y ciudadanos con todos los derechos al desarrollo del país, pero sin perder nuestra idiosincrasia.

2º. Al suspender el cobro del impuesto territorial a las comunidades que soliciten su división, se les está presionando para que pidan esa división. Con esto se atenta contra nuestra tradición cultural de propiedad comunitaria de la tierra, que es parte de nuestra forma de ser como pueblo.

3º. Al suprimirse el Instituto de Desarrollo indígena, donde teníamos participación como pueblo, quedamos sin voz, sin poder opinar o conducir nuestro destino de ninguna forma. Esta es hoy nuestra más importante y principal lucha[18].

Al interior de las comunidades, las medidas de división se prestaron efectivamente para un juego de intereses fratricidas, evidentemente la condiciones al interior de ella, con los años se venían haciendo insostenibles por el crecimiento de la población y el agotamiento de los suelos. La posibilidad de establecer a propietarios, mediante títulos, y dejar fuera a los ausentes, fue visto por algunos -en ese contexto de sobre vivencia- como una solución, eso si transitoria, y para otros como la herramienta que los dejó sin ninguna posibilidad de inserción con tierra en la comunidad. Los orígenes de la organización centros culturales mapuche (1979) obedece a una reacción ante el proyecto de ley 2568 que sacaba a estreno el gobierno de Pinochet, pero sobre todo es la posibilidad de resistir ante la pérdida eminente de tierras que iba significar desproteger las mismas, especialmente otorgándole el derecho de enajenar pasado veinte años.

La situación se hizo sórdida para los comuneros de la época, la dictadura si impuso no sólo resolver un problema de propiedad, sino también un problema sociológico, la existencia del indio. En este contexto es que surgen nuevamente las sincronías con el movimiento indígena americano, y las banderas de los derechos humanos se extienden a la problemática mapuche, con planteamientos políticos sociales nuevos para la época. En 1983 la organización Ad mapu declaraba el proyecto alternativo mapuche.

Por una nueva sociedad, justa y democrática, en donde nuestro pueblo participe con igualdad de derechos frente a otros sectores sociales del país; creemos que una nueva democracia sin la participación del pueblo mapuche no puede ser democracia.

Por la autonomía y autodeterminación de nuestro pueblo en cuanto que debemos ser gestores y protagonistas de nuestro propio proceso de desarrollo.

Finalmente, y junto con lo anterior, exigimos participación en la redacción de una nueva Constitución política que resguarde y garantice nuestros derechos y patrimonio cultural de acuerdo a nuestra identidad étnica[19].

Las distintas expresiones territoriales del movimiento mapuche irán dando nueva forma al argumento histórico de tierra, no más división, no más contribuciones, a los que se sumaran las aspiraciones por autogestionar autónomamente sus recursos. El consejo de lonkos de Chiloé en 1985 ya expresaba los múltiples factores de conflicto se que se cernían sobre sus territorios.

El pueblo mapuche-huilliche tiene derecho a su tierra porque, en ella se desarrolla y genera su cultura, su identidad y su idiosincrasia...con una forma de tenencia de la tierra comunitaria...la explotación de la tierra entregada a una cabeza visible o jefe de familia y utilizada en provecho común. Piden autonomía de las comunidades para proteger la flora y fauna; el derecho a explotar subsuelos por las propias comunidades (riquezas minerales); regular la explotación de la madera sin la intervención de CONAF; protección de ríos, lagos y mares, y su explotación reglamentada y controlada por las propias autoridades mapuches;...y respeto territorial, sin intervención de autoridades nacionales para realizar desalojos en contra de la comunidad[20].

Esto que parecía haber culminado con el sentido mapuche de la comunidad (en contexto de colonialismo) se subvierte por los vínculos de tipo familiares y rituales, pues los comuneros emigrantes y aún su descendencia urbana, seguirán manteniendo ese lazo y adscripción, participando de las ceremonias propia de la congregación religiosa, como el ngillatun, o bien de su medicina. A esto se puede agregar que los excedentes económicos, especialmente, de venta de productos ganaderos (especialmente los porcinos) organizan una clientela cuyo mercado se estructura a través de los propios parientes y amigos que viven en las zonas urbanas.

Sin embargo, el embate sobre las tierras se acompañó de una política mucho más agresiva dirigida a los recursos naturales del país, lo que en los territorios mapuche significó la implementación de una política forestal, que ubicó estratégicamente en las regiones VIII a X como su área de expansión. Estas bonificadas hasta en un 75% por el Estado, haciendo usos de las tierras fiscales y disponiendo de capitales para comprar y poner en uso fundos otrora agrícola ganadero, generan una nueva presión sobre las tierras de comunidad, pues estas reivindicaban tierras pertenecientes a sus títulos, así como denunciaban las limitaciones que están imponían al impedir el transito a través de ellas y eliminar el ganado (especialmente menor) que hacía uso de esos suelos. Esta olla de grillos si bien empezó a reventar en plena dictadura militar (con la censura de informar por medio de la prensa) alcanzó su epicentro en la década de los noventa.

El argumento de la denuncia que hacen los comuneros tiene muchos componentes, los más significativos para este estudio dicen relación con los crecientes niveles de sequedad de la tierra. Los esteros, los menokos, walmes, la napas freáticas desaparecen y con ellas las posibilidades de hacer sustentable la agricultura, la horticultura y la ganadería mapuche. Todos ellos crean, un impacto evidente en los procesos de reproducción cultural, pues el paisaje o entorno se homogeniza con las plantaciones, perdiéndose las escasas superficies de monte (lemu) lugares poblados de newen y sustentadores del equilibrio espiritual. Estos tópicos han sido mucho más fundamentados desde la década del noventa en adelante.

V. Conclusiones

Los procesos económicos vividos por la sociedad mapuche durante el siglo XX se enmarcan dentro del gran paradigma del colonialismo, es decir, donde son esquilmados económicamente (reducidos territorialmente) y excluidos políticamente, mediante leyes destinadas a su patrimonio de tierras que buscan liberarlas para el mercado. La base de este argumento es la consideración de igual que deben gozar los indígenas, es decir, ser ciudadanos con los mimos deberes y derechos.

 

Es imposible concebir transformaciones económicas, sin considerar las transformaciones en las otras esferas de su sistema sociocultural. Tampoco se puede entender una situación colonial si es que no se ve como el otro sistema, el winka o estado nacional, se hace de estos espacios y los transforma de acuerdo a su naturaleza o lógica. Es inminente cono se despliega un manto institucional de tipo político (división política administrativa, gobernaciones, intendencias), ideológico (escuelas, misiones, iglesias) y militar (fuertes, prefacturas de carabineros, etc), en los primeros tiempos, pues se trata de controlar organizar y mantener el nuevo orden.

Desde el punto de vista económico territorial, una vez anexados estos territorios rápidamente fueron incorporados al mercado a través del incentivo de la producción cerealera (trigo, cebada), ganadera y maderera. La propiedad de la tierra se organizó a través de latifundios, grandes fundos en manos de particulares, ricos y chilenos o de concesiones a sociedades de colonización, por lo general extranjeras las que combinaban la explotación ganadera, maderera y agrícola. A la inversa este mismo proceso llevó a la minifundización de la sociedad mapuche, a través de las reducciones.

Los mercados informales o marginales que algunas vez existieron en el comienzo de la post conquista militar (1890-1910) y que en parte contaban con la integración de la producción mapuche, hortícola y maderera (leña), pasaran a ser desplazados y hegemonizados por los del gran capital agrícola-ganadero-maderero, para ello la legislación que lo amparo fue a la zaga de la constitución de la gran propiedad.

Este periodo es el peor momento en la historia contemporánea mapuche, pues las presiones sobre sus recursos fueron múltiples. La pérdida de la tierra, fuera por la radicación posteriormente por el "ensanchamiento" que hicieron los particulares, llevó a que se fuera moldeando un tipo de economía identificado como de subsistencia. Las aproximaciones que podemos a hacer a través de las fuentes, nos permiten apreciar en la zona de la precordillera que la comunidad sufrió importantes transformaciones estructurales que afectaron a la familia (la que se reduce por la emigración), en su composición (se tiende a nuclear en los componentes directos), y sus sistemas de herencia (que ahora incorporan a la mujer) . Aún así no se pierde el sentido identitario, y así como otros estudios lo confirman en zonas del valle de Cautín, la congregación ritual del ngillatun seguirá siendo un importante organizador de la sociedad mapuche (Faron, 1960), las que de acuerdo al contexto o coyuntura, no sólo los demostrará con una comunidad de origen, sino también de destino.

Estos sistemas (latifundio winka/minifundio indígena) articulados en el agro hicieron crisis hacia la década del sesenta, que es cuando el Estado se impone una nueva conformación en la estructura agrícola del país, para ello era indispensable liquidar los fundos inproducentes y originar la existencia de un campesinado con estilos de producción basados en un trabajo cooperativo. En esta línea los mapuche, por su insistencia y organización también son considerados en estos procesos logrando recuperar 152 mil hectáreas.

Este proceso vivido al interior del estado nación, que se hizo de la mano con una industrialización del país y la nacionalización de sus recursos naturales estratégicos, tendrá su tiempo de duración, el golpe militar del 73 será su límite. Desde ese año comienza un proceso inverso en la economía nacional, implantación de un modelo exportador, privatización de los recursos estratégicos y todo bajo la figura del neoliberalismo.

Las comunidades son obligadas a dividirse en su totalidad y les son revocadas y expropiadas las tierras obtenidas por la reforma agraria, además de confiscados los bienes de capital adquiridos bajo el proceso. En este contexto la situación se hace insostenible, volviendo nuevamente a las pautas de subsistencia. En ese contexto es que madura en el seno de sus organizaciones de resistencia (centros culturales y ad mapu) la elaboración de un argumento que partiendo de sus propios diagnósticos de la situación, señalan como gran argumento el derecho de la autodeterminación que por esos años el movimiento indígena continental también agita en sus movilizaciones.

Con la llegada de los gobiernos neoliberales de la concertación de partidos por la democracia, se adoptará un acuerdo mínimo con el movimiento mapuche, el que sintetiza sus aspiraciones políticas y económicas en un momento de transición política que contaba con muchas expectativas en la época. Estos fueron el reconocimiento constitucional, la ratificación del convenio nº 169 de la OIT, la creación de una legislación indígena y de una institucionalidad que administrara un fondo de tierras y otros de desarrollo. Respecto a la división de tierras, su inmediata paralización y, en adelante, la ampliación de la cabida de tierras.

Si bien este último periodo (de la concertación, 1990 en adelante) no es materia del presente ensayo, habría que adelantar que la situación de las comunidades y en particular de su economía, se ha visto comprometida por la expansión de los grandes capitales (como las forestales o los energéticos) sobre sus territorios. Esto trae una disputa por los recursos como el agua (litoral, continental, etc) o bien mineros. Los conflictos han sido una de las expresiones de esta tensión y la represión política de los gobiernos (plan paciencia) sobre los movimientos de resistencia mapuche, una de las manifestaciones palpables (encarcelados, procesados, refugiados, no habidos, etc).

El programa orígenes es una de las máximas creaciones de la política concertacionista. Inversiones en educación, salud, producción y organización sufren la crítica de los comuneros por ser gastos que -si bien son necesarios- no son vías de desarrollo de tipo estructural, pues el tema de la tierra sigue sin ser resuelto. Los derechos humanos, entre ellos el de la autodeterminación, siguen siendo violados al no considerárselo como parte de la política indígena o bien al asociárselo a secesión y fundamentalismo de tipo terrorista. En todo este infierno, es todavía increíble observar que la comunidad subsiste y más, ahora enarbola a través de sus líderes y organizaciones utopías que la proyectan en el tiempo y le entregan un papel importante que cumplir, cuestión que es necesario explicar y desarrollar en otro ensayo.

 

BIBLIOGRAFIA

 

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[2] Sánchez, opcit:16

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[4] Cautin, 1948:3

[5] Cautín, op.cit:20

[6] Cautín, op.cit:9-12

[7] IGM, op.cit:24

[8] IGM, op.cit:123

[9] Cautín, op.cit:6

[10] IGM, op.cit:136

[11] IGM, op.cit:140

[12] IGM, op.cit:143

[13] Fuente: Cautín, op.cit

[14] IGM,op.cit:145

[15] Cautin, op.cit:31

[16] Cautín, op.cit:86

[17] Sánchez, op.cit:16

[18] Baltra, 1980: 25

[19] Duran & Larraín, 1986:52

[20] Duran, & Larraín, op.cit:56

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